Crítica a unos comentarios de H. Belloc al Mayor Douglas (II)

Hilaire Belloc

Evidentemente, no tenemos nada en contra (faltaría más) de las críticas que Belloc vierte contra los otros dos sistemas ideados en su día como pseudosoluciones frente al Capitalismo. Nada habremos de añadir acerca del Comunismo. Y, respecto a lo que él llama «Capitalismo Asegurado», es decir, el keynesianismo, sus críticas no difieren esencialmente en nada de las realizadas por el propio Mayor Douglas. Es más, este último hace una denuncia muy interesante contra el keynesianismo que ha de tenerse muy presente a la hora de enjuiciar la Historia de la crisis económica de los años 30, y en orden a la intelección de la auténtica representación del problema social y financiero y de su verdadera rectificación.

Douglas, dos años antes de su muerte, afirmaba lo siguiente (The Social Crediter, 04/03/1950): «Para cualquiera estrechamente en contacto con los asuntos de los diez años anteriores al estallido de la segunda fase de la Guerra [i. e., la Segunda Guerra Mundial], resultaba obvio que Keynes, y la distorsión keynesiana de las tesis del Crédito Social, constituyeron la Respuesta de los Financieros ante el ataque [nuestro] sobre los Bancos. Lord Keynes era un hombre hábil, y fue provisto de la mayor asistencia que el dinero ilimitado podía proporcionarle; y las Propuestas Keynesianas de Gasto Deficitario, mediante las cuales la infradistribución de poder adquisitivo revelada por [mi] Teorema A + B, y muy astutamente admitida por Keynes, resultaba compensada mediante dinero emitido para financiar Obras Públicas no destinadas a la venta [al consumidor particular] –siendo su equivalente británico actual los sueldos, salarios y dividendos pagados a partir de Exportaciones que no pueden ser compradas [por el consumidor particular doméstico]; sirviendo todo esto, sin embargo, como un impuesto sobre el total de la comunidad equivalente a un recorte de moneda [= inflación]–, constituyeron un truco brillantemente ideado para poner a la población permanentemente a trabajar en favor de los empleadores de Lord Keynes».

Pero, como decimos, no vamos a entrar en las certeras críticas de Belloc hacia el sistema keynesiano (es decir, hacia el sistema de los fabianos, muñidores del llamado por Belloc «Estado Servil»), pues sobre esto no hay (por supuesto) ningún problema. La cuestión que nos ha llevado a escribir estas líneas, radica en la breve crítica que Belloc dedica a lo que él llama «Crédito Nacional de Douglas». Comienza diciendo el escritor franco-británico: «El tercer falso remedio es el menos malo y también el más interesante. Es el remedio denominado “Crédito Nacional”. Está asociado con el nombre de su brillante originario expositor, a quien bien puede llamársele su descubridor: el Mayor Douglas; y, por consiguiente, a menudo se le llama “El Esquema de Crédito Nacional de Douglas”». En realidad, el nombre que se le daba a los principios descubiertos por Douglas para el correcto funcionamiento de todo sistema financiero asociado a un orden económico, era –como hemos ya señalado– el de «Crédito Social». En verdad, esto era un asunto menor, pues Douglas nunca se preocupó por cuestiones de nomenclatura, sino más bien insistió en la veracidad de esos principios financieros o de correcta contabilidad en el orden económico-sociopolítico, independientemente de cómo se los quiera denominar. Aunque también es verdad que hoy día ha alcanzado este asunto de la denominación una (¿inesperada?) relevancia, pues es bien sabido que el Partido Comunista que sojuzga a la China continental ha creado últimamente un nuevo sistema de control de su población (otro más) al que ha dado (¿casualmente?) el nombre también de «Crédito Social».

Belloc pretende dar, a continuación, una breve descripción del canon douglasiano, pero que no puede menos de calificarse de equivocada y distorsionadora, a la par que resulta sorprendente habida cuenta que en otros trabajos el apologista católico dio muestras de haber captado bien la esencia del mensaje del economista escocés. Aquél afirma aquí lo siguiente: «La idea central de esta reforma consiste en comprobar cuál es el poder productivo total de la comunidad, y entonces distribuir a todos los miembros de la comunidad tickets crediticios que les proveerán de poder adquisitivo equivalente a la producción total posible. Suponiendo que en una comunidad haya almacenes de materia prima y planta capaces de producir bienes por valor de cien mil millones de dólares, y que la comunidad esté produciendo actualmente sólo [bienes] por valor de cincuenta mil millones de dólares, existe un margen de otros [bienes por valor de] cincuenta mil millones que no están [traídos] a la existencia, pero que pueden ser llamados a la existencia por medio de ciudadanos que presenten sus tickets crediticios como pago por los bienes que desean».

(Continuará)

Félix M.ª Martín Antoniano