La Santa de Lignières

Santa Juana de Francia, por Victor Schnetz.

El castillo de Lignières es la actual residencia de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón. Sin embargo, hace más de 550 años vivió allí Juana de Francia y Valois, que fue canonizada por el Papa Pío XII en 1950.

Con su venida al mundo decepcionó profundamente a su padre el Rey Luis XI de Francia, que ya tenía otra hija mayor, y había esperado que su segundo retoño fuera un heredero varón. La princesa Juana, que había quedado al cuidado de su madre, la reina Carlota, empezó a dar pronto grandes muestras de piedad.

A pesar de que sólo tenía 5 años, el Rey Luis XI se alarmó. Decidió separarla de su madre, y encomendó la educación de la princesa a sus parientes Francisco de Beaujeu et Ana de Culan, que eran los Señores de Lignières en la región de Berry.

Aunque Ana de Culan había recibido la orden expresa de apartar a Juana de sus devociones, el cariño y la piedad sincera de la niña la hicieron abandonar pronto ese proyecto. Fue en el oratorio que se encuentra junto al castillo de Lignières donde la Santísima Virgen le prometió a Juana, que, algún día, Ella aceptaría su consagración religiosa.

Juana continuó viviendo el resto de su infancia en el castillo de Lignières, y solo lo abandonó cuando cumplió 12 años, porque contrariamente a lo que era su vocación, su padre el Rey había decidido que iba a contraer matrimonio de estado con Luis de Orleans. Juana respetó la voluntad paterna y obedeció su deber de princesa.

Fue muy infeliz como mujer casada, y solo llegó a ser reina de Francia durante el breve espacio de tiempo que su marido, el ya Rey Luis XII, tardó en conseguir la declaración de nulidad de su matrimonio.

Regresó con el título de duquesa al Berry de su infancia, y se instaló cerca de Lignières, pero no en el castillo, porque en seguida fundó la congregación de la Anunciata. La Virgen María le había pedido «escribe la regla de la orden basándote en lo que dice de mí el Evangelio»: «prudencia, pureza, humildad, verdad, alabanza, obediencia, pobreza, paciencia, piedad y compasión». Por estas 10 virtudes de nuestra Madre del Cielo, sus monjas ceñían su túnica con una cuerda con 10 nudos.

Juana de Francia y Valois murió sólo 18 meses después de su profesión solemne, con 41 años de edad. Su vida entera fue una imitación de la Virgen María al pie de la Cruz. La Iglesia universal la venera cada 4 de febrero, y los habitantes de la villa de Lignières lo hacen habitualmente, en la capilla que le han dedicado en su iglesia parroquial.

Ana Herrero, Margaritas Hispánicas.