
Recientemente, ha fallecido Marisol Sucre, quien fue hermana del ministro de salud, Luis Francisco Sucre. El ministro manifestó en sus redes sociales su pesar, sin dar muchos detalles sobre las circunstancias del fallecimiento de su hermana. Ni su edad, ni la causa de su partida. Sin embargo, eso no es lo esencial en el mensaje a transmitir.
Es importante, en estos momentos, reflexionar sobre el significado de poner la otra mejilla. En el Evangelio, Cristo dice «Al que te abofetee la mejilla derecha, ofrécele también la otra» (Mateo 5, 39). Y es que eso se puede ejemplificar muy bien con la situación acontecida ya hace unos días, pero no por ello se debe omitir.
Algunos ciudadanos panameños consideramos las restricciones y las medidas tomadas para frenar el coronavirus como muy severas, incluso irracionales. Sí, creemos que el titular de salud no ha desempeñado su cargo de una manera lo suficientemente buena. Incluso varias veces se ha solicitado su renuncia, siguiendo el curso de la exministra Rosario Turner, su predecesora inmediata en el cargo.

Pero aun en guerra, hay reglas que se respetan, y el duelo ajeno es una de estas situaciones en donde conviene guardar silencio, decisión que al final repercute en el bien de la nación y que puede favorecer una salida a la situación que vivimos en esta crisis de índole sanitaria y económica.
Por ello, aquellos que nos mostramos disconformes con las decisiones del Ministerio de Salud en el marco de la gestión de la crisis pandémica, sentimos que hemos recibido una bofetada. Pero en este momento demostraremos lo mejor de nosotros mismos, al ofrecer a Dios dicho dolor por el eterno descanso de Marisol Sucre.
Sigamos protestando contra la popularmente denominada «dictadura sanitaria», pero en el marco de la razón y de la ética. Conviene respetar ciertas convenciones en este conflicto, porque las consecuencias de no hacerlo, pudieran llevar a una crisis aún más profunda en tanto colapsa el orden social. Quizá incluso la Providencia nos castigue severamente como sociedad por nuestros pecados.
Paolo Emilio Regno, Círculo Tradicionalista Nuestra Señora de la Asunción de Panamá