El cierre categorial, o el tiro por la culata

Pedro Insua (izquierda)- Gustavo Bueno (derecha)

Qué cosas tiene Internet. Hace unas semanas un tal Pedro Insua lanzaba una coz en Twitter contra un reciente libro del Profesor José Miguel Gambra. Coz que ha tenido como feliz consecuencia, al parecer, el aumento de las ya considerables ventas de La sociedad tradicional y sus enemigos, que así se titula el libro en cuestión, tanto en su edición española peninsular como en la sudamericana. El trino de Insua, que quiso ser coz, ha resultado ser lametón de ternero.

Es lo que tienen los de la cuadra de Gustavo Bueno Martínez, a quien Dios haya perdonado. La desorientación. Aunque ellos anden convencidos de estar orientadísimos; de ser la brújula del pensamiento español, por lo menos. A imitación de su difunto maestro; aunque éste probablemente no se lo creyese. El afán imitativo, en efecto, es marca de los gustavobuenistas. La forma de expresarse, a menudo energuménica, y el aspecto desaliñado y locoide, los heredan muchos de ellos, aunque no todos. Pedro Insua Rodríguez sí.

A éste, a diferencia de otros gustavobuenistas, le duró poco el idilio con Santiago Abascal. Insua anda ahora por El Jacobino, «’think tank’ de la izquierda ilustrada y centralista en España», como ellos dicen de sí mismos en alarde tonticulto y epatante. Lo de épater lo heredan de su maestro. También le siguen en los contactos más o menos discretos con el PSOE (como cualquier iniciativa izquierdista en España, a pesar de las apariencias) y con la derecha (estas iniciativas izquierdistas «disidentes» nunca llegarían a nada sin el apoyo derechista).

En realidad, a esta «Escuela de Oviedo» de ahora le toca el papel de confundir, a todo el que se deje, con un materialismo radical, de raigambre marxista (y por lo tanto débil y podrida, cuya debilidad y podredumbre tratan de cubrir a base de énfasis) pintado de «hispanismo». El ateísmo hispanista. El círculo cuadrado ha sido siempre la aspiración de cualquier falso filósofo que se precie.

El papel de confundir que ha ejercido siempre la izquierda «cultural». Desde los tiempos de la Falange oficial, izquierda «cultural» de la época, cuando en Salamanca un tal Gustavo Bueno Martínez, en vena nazifascista, llamaba a los estudiantes del SEU a agredir al Profesor Francisco Elías de Tejada por su antifranquismo. (El antifranquista, nótese, era Elías de Tejada, no Bueno). Hasta que nos encontramos a Bueno en Asturias, en plena Transición, otorgándosele el control de una nueva Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación que se abrió en 1976 en Gijón, donde el futuro comentarista de reality shows televisivos se dedicaba a humillar públicamente a los alumnos que osaban manifestarse católicos. Gracias al PSOE (partido renacido del franquismo en todas partes, en Asturias se notaba más todavía) el patrimonio del pensador se vio beneficiado por medios tan interesantes como hacer un libro editado por él lectura obligatoria para la Selectividad en aquel distrito universitario.

Pero, claro, una vez instalados, hay que épater. Si además de enfadar a la izquierda más primaria consigues así que el Partido Popular te monte —con dinero público, por supuesto— una fundación a todo lujo, miel sobre hojuelas. Aquel cutre y extravagante alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, compartía con Gustavo Bueno algunas cosas; por ejemplo, sus aficiones judaizantes. Y también le gustaba épater, como ahora a Insua. Así que hubo fundación para promover el ateísmo «hispanista». Y hasta hoy, donde los Gustavobuenitos del pensamiento «español» —los Insua, Vélez, Armesilla, etc.— andan repartidos, voxeando unos, dando lametones otros, trinando y confundiendo todos.

Cuando Gustavo Bueno Martínez se llevó a Oviedo su facultad de psicología, funcionaban aún las fábricas de armas en aquel municipio. Fue famoso por su fiabilidad el fusil máuser allí fabricado. Entre otras virtudes, por la robustez de su cierre. Nada que ver con el «cierre categorial» de Gustavo Bueno y sus discípulos, a quienes les suele salir el tiro por la culata.

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