Un grupo de residentes en Panamá pertenecientes a las distintas ciudadanías correspondientes a los tres países eslavos del este (Ucrania, Rusia y Bielorrusia), junto con panameños nativos, realizaron una manifestación en el Parque Urraca para manifestar su rechazo a la guerra que se está desarrollando en Ucrania.
Hay distintas opiniones en curso sobre la moralidad y la ius in bello, la justificación moral de la intervención rusa en Ucrania, así como su potencial de cumplir objetivos estratégicos, y si estos objetivos, como el origen común de Ucrania y Rusia en la Rus de Kiev, da propósito a dicha invasión. Mi finalidad no es comentar al respecto de estos detalles, aunque tengo mi propio criterio al respecto.
Sin embargo, donde sí considero necesario ser tajante, es que el Canal de Panamá debe mantener su neutralidad a toda costa. Seríamos irrelevantes en el terreno geopolítico si no fuera por el Canal de Panamá: es lo que nos da relevancia a nivel estratégico y militar. En fin, no habría razón a nivel geopolítico de una potencia extranjera de adueñarse de Panamá si no fuera por el Canal. Se dice que siempre hemos sido lugar de paso, puente del mundo y corazón del universo.
Los manifestantes, en su mayoría, han solicitado impedir el paso de buques rusos por el Canal. Sin embargo, evaluar esta decisión es imprudente. Debido a nuestro pequeño tamaño, pequeña población, y el hecho de que Panamá, en el período de tiempo comprendido entre después de independizarse, y antes de abolir sus fuerzas de defensa en tiempos del presidente Endara, no tuviera precisamente un historial de defenderse exitosamente de cuantiosas invasiones extranjeras.
Si Estados Unidos y la Unión Europea han rehusado hasta ahora intervenir directamente en el conflicto entre Rusia y Ucrania, Panamá debe rehusarse a romper la neutralidad del Canal, incluso si eso conllevase permitir el paso de buques de bandera rusa. A consecuencia de haber abolido nuestras fuerzas de defensa al final de la dictadura norieguista, no contamos con los medios para defendernos en caso de guerra, y sería una presunción temeraria creer que alguna potencia extranjera corra desinteresadamente en nuestro auxilio. Si no lo hicieron con la mismísima Ucrania, no lo harán por nosotros.
Podemos ser reacios al régimen de Putin, aborrecer sus vínculos con los regímenes cubano, venezolano y nicaragüense, por su reciente agitación de la izquierda en Hispanoamérica. Pero no por ello debemos entrar de manera imprudente en una guerra que no es la nuestra. Las condenas ya realizadas por nuestros mandatarios bastan y hasta sobran.
P.E. Regno, Círculo Tradicionalista Nuestra Señora de la Asunción de Panamá