Arar en el mar

Con esta expresión concluye el profesor don Miguel Ayuso un excelente artículo sobre el aborto. En él, el autor recorre lo que considera que han sido las tres etapas principales que han llevado a la común aceptación del aborto: «un proceso intelectual, que se ha apoyado en un proceso legal y se ha convertido en un proceso social». El artículo, interesantísimo, va desbrozando las raíces, los medios y el contexto social en el que el aborto se ha impuesto entre la inmensa mayoría de sociedades civiles.

El texto completo está disponible en internet para aquellos que quieran profundizar más, entre otras, en las razones por las que nuestros políticos no moverán un dedo por abolir el aborto y también cómo el aborto puede estar muy relacionado con la justicia social que tanto cacarean estos mismos políticos. Pero no quiero comentar tanto el artículo, sino reflexionar sobre la lucha desde las trincheras pro-vida.  

El pasado sábado 26 de febrero se convocó una manifestación en Madrid, no tanto para defender la vida desde su concepción, sino para defender el derecho a rezar delante de los abortorios.

Una de las organizadoras de la manifestación declaraba: «Ciertamente, la sombra de esta ley nos hace ser más conscientes, si cabe, de que estamos ante una batalla espiritual, en la que el mal utiliza todas las armas a su alcance para proteger la industria del aborto, obviando una serie de derechos fundamentales, como son la libertad de culto, el derecho de reunión, el derecho a la libertad de expresión, y el más importante de todos: el derecho a la vida».

Está claro que apoyarnos en la libertad de culto o en la libertad de expresión (por no mencionar los sacrosantos derechos fundamentales) para suplicar que nos dejen rezar, no son armas muy adecuadas para la batalla que pretendemos librar.

«Se trata de defender la fe: Como católicos tenemos la obligación de no entregarla y si aceptamos este paso y nos quitan la fe de la vía pública no sabemos el mundo que le vamos a dejar a nuestros hijos. Nuestro deber es plantarnos», añade otro de los organizadores.

Quizás sea uno de los argumentos más utilizados: instrumentalizar la fe para hacer un mundo mejor con fines puramente inmanentistas.

Así y volviendo al principio, no solo es un grave problema la aceptación social del aborto, sino el hecho de que todo el discurso filosófico que ha llevado a aceptarlo, ahora se pretende utilizar para rechazarlo. Como si la raíz envenenada de los males fuera el remedio de los mismos. Estos argumentos personalistas que han llevado a la sociedad a aceptar el aborto ahora son utilizados por esas mismas asociaciones provida para luchar contra él. No terminan de darse cuenta de que la defensa de la vida exige aunar fuerzas y asumir un discurso católico, abandonando el discurso personalista de la dignidad, los derechos, y las libertades individuales. «Todo lo demás es arar en el mar».

Belén Perfecto, Margaritas Hispánicas