Mucho se ha dicho estos días acerca de la guerra en Ucrania. Gente que no tenía idea acaso de la existencia e historia de dicho país, ahora poco menos que pretende sentar cátedra de no se sabe qué lección de «humanidad» y «resistencia» del pueblo ucraniano o de los «valores europeos». Pues bien, en este texto pretendemos reflexionar sobre las verdaderas causas de la guerra. Es muy simplista reducirlo todo a la «malvada agresión rusa».
El conflicto ucraniano es profundamente complejo y comenzó hace años, pero la propaganda occidental lo resume diciendo que todo partió del 24 de febrero de 2022, sin que haya habido provocación o antecedente alguno por parte de Ucrania. Sólo se habla de la malvadísima actuación de Putin, un «Hitler de nuestro tiempo» como lo repiten incesantemente, demonizando al gran estadista ruso que salvó a Rusia de la humillación ante Occidente de los años 90 y que protege los valores rusos, cristianos ortodoxos y tradicionales ante la ofensiva globalista y progresista.
Rusia ha decidido proteger sus fronteras, frente a la «cosmopolis» o «Atlántida» globalista universal de la élite plutocrática mundial y su proyecto satánico en última instancia de destruir o deconstruir las identidades nacionales, religiosas, de historia, culturales, para generar una masa amorfa e indiferenciada, esclavizada ante el gran capital transnacional.
Desde la caída de la Unión Soviética, Occidente, al mismo tiempo que cómplice y autor incluso de la catástrofe de la era Yeltsin, en nombre de la democracia liberal y la economía de mercado, promovió la expansión de la OTAN en los antiguos países de la esfera de influencia rusa. Para ello, exportó sus valores liberales anti tradicionales a dichas sociedades antiguamente esclavizadas por el comunismo. Los rusos tenían un límite: Ucrania y el Mar Negro. No obstante, en el año 2014 Occidente promovió una insensata revuelta en Ucrania, el Euromaidan, contra el gobierno legítimo de Viktor Yanukovich que era favorable a Rusia, y lo depuso mediante una «revolución de terciopelo», con el fin de exportar una vez más el liberalismo global, en este caso a Ucrania.
Mediante una curiosa alianza entre sectores neonazis (Batallón Azov, Pravy Sektor, seguidores del nazi Stepan Bandera), con financiación y soporte de la Unión Europea, EEUU y nacionalistas ucranianos de tendencia liberal, se colocó en el gobierno a un títere de Occidente que empezó de inmediato provocaciones contra Rusia y separó el destino de dos pueblos hermanos, unidos por la historia y la fe, al apartar a Ucrania del «russkiy mir» (mundo ruso) para dirigirla hacia «Occidente». En el este de Ucrania, de población ruso-parlante y culturalmente ruso, estalló una guerra por el separatismo de las provincias de Lugansk y Donetsk. Se trata de una cruenta guerra que dura desde el año 2014 hasta hoy, sin que a la prensa occidental que hace gárgaras de «humanidad» por la actual guerra en Ucrania le importe lo más mínimo. De dicha guerra ya hablaremos más adelante.
Ucrania solicitó unirse a la OTAN por considerar a Rusia una amenaza, renegando de los lazos comunes que unen a dichos pueblos y confiando en los cantos de sirena de la propaganda occidental y las supuestas bondades del «mundo libre» (¿?). El objetivo de fondo era «europeizar» y «liberalizar» Ucrania, renegando de su pasado e historia eslavo-ortodoxa.
Durante años Ucrania provocó a Rusia valorando incluso la posibilidad de instalar misiles nucleares apuntando hacia Moscú en caso de unirse finalmente a la OTAN. Si eso no es una amenaza gravísima e intolerable para la seguridad nacional de Rusia, tal como lo fue la instalación de misiles soviéticos en Cuba en 1962 en la «Crisis de los Mísiles», entonces nada lo es. Rusia no tolerará misiles y presencia militar de la OTAN en las fronteras mismas de la histórica Rus de Kiev. Pero las proyecciones del atlantismo global occidental son ciegas ante la historia, sólo responden a la ideología liberal globalista y mundo unipolar dirigido por EEUU, es decir, buscan transformar a todo el mundo en otra provincia más del Angloimperio talasocrático liberal. Incluso personeros y geopolíticos destacados de origen estadounidense como Henry Kissinger y otros nada sospechosos de ser pro Rusia, advirtieron durante años que la expansión de la OTAN hacia el Este terminaría en un desastre, como vemos estos días, y recomendaron detener dicho proyecto. Sin embargo, la estupidez liberal angloamericana pudo más que la sensatez del realismo geopolítico.
No sólo eso. La cruenta guerra en Donbass en el este de Ucrania, no tuvo cobertura de la prensa occidental −de esos mismos medios que están escandalizados por el ataque ruso de estos días−. En ese conflicto, según reportes de las mismas Naciones Unidas, habrían sido exterminados hasta 14 mil rusos o ucranianos pro Rusia, muchos de ellos civiles, víctimas de atrocidades cometidas por el Batallón Azov, neonazis ucranianos incluidos. En el fondo, el régimen títere de EEUU en Kiev estaba transformando los ciudadanos de origen ruso en parias.
Es impresionante como, para los medios occidentales, hay víctimas de primera y segunda categoría. No les importan en absoluto las víctimas de la guerra del Donbass pero se escandalizan por las operaciones militares rusas que han dejado un saldo de víctimas civiles bastante menor, sobre todo en comparación a las infinitas guerras promovidas por el Angloimperio en todo el mundo durante décadas. No hay que dejar de recordar que EEUU y la OTAN han intervenido en decenas de países generando una enorme devastación y cientos de miles, incluso millones de muertos, mayormente civiles, especialmente en Irak donde se estima que desde 2003 han muerto 1 millón de civiles, o en Libia, transformada en mercado de esclavos. ¿Dónde están las sanciones de los poderes financieros globales contra el malvado invasor EEUU? ¿Dónde está la cobertura y llanto de la mass media global ante tales guerras criminales del Angloimperio?
Por otro lado, el gobierno ucraniano firmó el 2015, los Acuerdos de Minsk, en Bielorrusia. En ellos se otorgaba un estatus especial a las provincias de Donetsk y Lugansk, pero el gobierno títere sostenido por EEUU nunca cumplió dichos acuerdos ni se esforzó en cumplirlos. Al contrario, persistió en sus hostilidades y pidió ingresar en la OTAN. Rusia dijo basta y con toda razón, hay motivo suficiente para las acciones militares en el territorio ucraniano, desde la estricta realpolitik.
Lamentablemente Ucrania está pagando la estupidez de su gobierno, por cierto, liberal progresista a lo George Soros y Karl Popper, entregado en manos de EEUU y abandonado por el mismo Angloimperio que supuestamente iba a defenderlos. ¿No habría sido mejor un entendimiento con Rusia y reconocer la realidad histórica de Ucrania, que pertenece al mundo ruso, en lugar de pertenecer a algo ajeno y destructivo para el pueblo ucraniano, como lo es la talasocracia mundialista? ¿No habría sido mejor una posición menos hostil a Rusia y evitar esta lamentable guerra? Para muchos no, porque prima la ideología del mundo unipolar liberal y el objetivo de balcanizar y destruir a Rusia, si fuera posible.
Lo más sorprendente de todo este conflicto es la actitud de ciertos supuestos tradicionalistas que se han sumado a la campaña anti-Rusia de los medios occidentales, en lugar de tratar de entender las razones legítimas de la guerra en Ucrania por parte de Rusia. Condenan la acción militar y repiten la propaganda anti-Putin: que es un comunista, que es un malvado agente KGB, que usa al cristianismo de fachada, que es un imperialista, que es Stalin, que no defiende valores tradicionales, que es un ser maligno, que quiere invadir al «mundo libre», etc. O bien toman distancia por excesivo latinismo anti oriental ante la idea rusa de la Tercera Roma. Y con ello contribuyen en nuestros ambientes a la demonización de Rusia.
Juan Antonio Santander, Círculo Antonio de Quintanilla y Santiago