Vídeo y Crónica de la presentación en Barcelona del libro de Juan Manuel de Prada «Una enmienda a la totalidad»

Miguel Ayuso y Juan Manuel de Prada en un momento de la presentación. Agencia FARO

Las dos primeras espadas del pensamiento tradicional actual visitaron Barcelona en una misma jornada: el gigante de la tradición, el escritor Juan Manuel de Prada, y el genial pensador y divulgador, profesor Miguel Ayuso.

Fue el pasado veintiséis de febrero de 2022, con motivo de la presentación en la Ciudad Condal del libro Una enmienda a la totalidad: el pensamiento tradicional contra las ideologías modernas.   

El acto se desarrolló en sabrosa conversación entre el autor, De Prada, y su primer lector y amigo, Ayuso, quienes mostraron todo su talento ante un centenar de asistentes —muchos de ellos, jóvenes estudiantes— que desbordaron por completo el aforo del salón de actos de la Casa Golferichs, en Gran Vía, 491, de Barcelona.

Fue organizado por el Círculo Tradicionalista Ramón Parés y Vilasau, de Barcelona, en colaboración con el Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II, como ya fue anunciado en su día.

La primera hora del acto se grabó en video y puede consultarse en el canal de YouTube del Círculo barcelonés. También se publicó un reportaje fotográfico el día siguiente en su cuaderno de bitácora.

Tras una oración de Mosén Pujol y una breve introducción de la profesora Helena Escolano, los dos maestros del tradicionalismo abordaron el libro por el principio: por el título. O más específicamente, por el subtítulo: «el pensamiento tradicional contra las ideologías modernas».

La conversación giró entorno al mismo: trató en primer lugar la cuestión de las ideologías modernas —o de La Ideología—, continuó abordando el tema del pensamiento tradicional, y finalmente desembocó en el examen de la posible oposición de éste a aquéllas.

El pensamiento ideológico

En cuanto al primer punto, las ideologías, De Prada observó que, a pesar de la escenificación de un combate total entre las mismas, en realidad se trata de querellas internas, pues las ideologías comparten un núcleo común, una «mística común» en palabras de Leonardo Castellani. En efecto, se trata de un duelo ficticio, pues todas ellas comparten una visión errónea del hombre y de su libertad, desligada de la verdad de las cosas y de la naturaleza humana.

Y es que el concepto mismo de ideología implica, de suyo, una visión de la realidad fragmentaria y distorsionada, una perspectiva partida, que luego se resuelve en la aplicación de un conjunto de acciones uniformantes, a partir de esa visión distorsionada de la realidad.

Las ideologías hay que ligarlas a un pensamiento filosófico idealista que no acepta la existencia real de las cosas ni su naturaleza, y por tanto cree que el mundo puede ser configurado por nuestra mente.

De Prada recordó que la palabra mente y la palabra mentira comparten la misma etimología. Así las cosas, las ideologías son construcciones idealistas en donde no se tiene en cuenta la realidad de las cosas, sino que se piensa que esa realidad la determina nuestra mente.  Ahí está metido el veneno de la promesa de la antigua serpiente: «seréis como dioses», la soberbia de querer construir el paraíso en la tierra mediante esa capacidad hegeliana de modificar la historia, nuestra naturaleza, en un proceso deificador del hombre.

Por tanto, todas las ideologías tendrían una base común: el liberalismo, que sistematiza este fondo filosófico y lo convierte en una doctrina política animada por esta visión errónea de la naturaleza humana y de su libertad.

Se abordó también, la tan cacareada «batalla cultural»: una memez en los términos planteados, pues no se puede plantear tal batalla si se comparten una mismas premisas. En vez de batalla, en la actualidad se da una demogresca, una rebatiña… que interesa a quienes sustentan estos negociados.

También, el tan manido «marxismo cultural»: el feminismo, la ideología de género, los «derechos» LGTBI, etc. En realidad,  son rebeliones contra uno mismo, en las que no se percibe vínculo alguno con el marxismo, sino con el liberalismo. En efecto, esas rebeliones beben claramente de la autonomía personal, de la libertad entendida como disposición plena de la vida de uno mismo, de la exaltación del egoísmo… presupuestos liberales claramente definidos.

Y es que solamente apartándonos del pensamiento ideológico podemos captar la gran pantomima contemporánea. Y esta posición, desde fuera de las ideologías, solamente se puede alcanzar desde el pensamiento tradicional.

Así, desde las ideologías modernas, se llegó al segundo punto de la charla: el pensamiento tradicional.

El pensamiento tradicional

El pensamiento tradicional no constituye una ideología sino el punto de referencia, el punto de contraste de estas ideologías modernas, la piedra de toque para oponerse a este mundo ideológico.

Para De Prada, el pensamiento tradicional es la posibilidad de que una persona católica encuentre una manera de dar soluciones políticas a las cuestiones planteadas, desde una visión plenamente católica. Esta visión ya nada tiene que ver con el oficialismo católico actual y sus degeneraciones ideológicas, sino que se trata de una visión genuinamente católica, armónica, que se derrama sobre las realidades naturales, y ofrece así visiones propias, netas, que se distancian abiertamente de las soluciones ideológicas, las cuales son, por definición, fragmentarias de la realidad.

La oposición del pensamiento tradicional al pensamiento ideológico

Así, el pensamiento tradicional ofrece la posibilidad de unificar esos añicos y fragmentos que deja el pensamiento ideológico cuando rompe la realidad, y nos brinda una visión integradora: la fe se plasma en las realidades naturales y, de esa forma, se pueden dar soluciones verdaderas a problemas que no hacen más que agigantarse por la falta del enfoque genuino tradicional. Porque esa visión integradora y abarcadora de la realidad solamente la brinda el pensamiento tradicional.

En conclusión, mientras el pensamiento ideológico es fragmentario, en cambio el pensamiento tradicional unifica y es capaz de leer la realidad múltiple a la luz de categorías que arrojan claridad respecto del conjunto. «El pensamiento  tradicional da una visión de la realidad en cinemascope, en gran angular», dijo De Prada; da una visión más abarcadora, más global, y la capacidad de relacionar unas cosas con otras.

La crisis catalana

Finalmente, se abordó la actual cuestión catalana política y social. Esta cuestión no se puede solucionar dentro del sistema liberal, el cual consagra el concepto de autodeterminación personal y que constituye un veneno que irriga toda la visión del mundo. Cuando se exalta la autodeterminación personal, es de necios pensar que se puede prohibir la autodeterminación colectiva, máxime cuando esa misma se defiende en otros ámbitos o en otros casos (como Ucrania, etc). Además, el sistema liberal alimenta la dinámica de confrontación, el rifirrafe continuo, en el ámbito territorial, pero también en otros muchos. Por tanto, es necesario salir del marco mental liberal.

Por otro lado, se constata que el régimen del ’78 ha sido destructivo para la posibilidad del encaje en España de realidades nacionales históricas como la de Cataluña. En efecto, la Constitución de 1978 antepone la democracia a la comunidad política, introduce a los enemigos de la comunidad política, y provoca su ruptura. La Constitución vigente ha alimentado, exacerbado y financiado las pulsiones separatistas; y cuando se desata lo inevitable, trata de solucionarlo con mecanismos cuasi arbitrarios, como el art. 155.

Por tanto, dentro del régimen liberal del 78 el problema catalán no tiene solución: tan solo la conllevanza, que preconizaba Ortega y Gasset, pero ésta no es la realidad histórica de Las Españas, sino la convivencia.

En conclusión, y siguiendo la conocidísima máxima de Vázquez de Mella, no es posible poner tronos a las causas (el liberalismo, la Constitución de 1978, etc) y cadalsos a las consecuencias (separatismo, confrontación territorial, etc).

La solución a la crisis catalana requiere la recuperación de la Tradición Catalana, la cual pasa inevitablemente por la superación del marco mental y legal que sufrimos en la actualidad.  Este marco está aniquilando el ser constitutivo de España. Ya comentó Unamuno que la unión de los pueblos sólo la puede brindar el «fundente» de la Fe. Cuando éste se aparta, solo se consigue la liga aparente de los intereses.

Continuación del acto

Tras esta primera parte, grabada en video, el acto continuó con un extenso turno de preguntas y tertulia de los asistentes que se prolongó durante otra hora.

Finalmente, agotado el tiempo por el interés suscitado entre los presentes, la firma de libros tuvo que realizarse en el exterior: De Prada, sentado en un banco de la Gran Vía barcelonesa, recibió uno por uno a los asistentes, con quienes departió privadamente durante más de otra hora. Pasadas las tres de la tarde, es decir, casi cuatro horas después del inicio del acto, éste pudo darse por concluido.

Círculo Tradicionalista Ramón Parés y Vilasau