¿Por qué se amotinan las naciones?

Tropas rusas en Ucrania

Al día siguiente de estallar la guerra entre Ucrania y Rusia, algunos medios de comunicación se hicieron eco de una noticia perturbadora: varias parejas, que hacía varios meses habían contratado el servicio de maternidad subrogada en Ucrania, pedían ayuda para poder rescatar a «su» bebé del país en guerra.

Ahora mismo Ucrania es uno de los países más permisivos en cuanto al alquiler de vientres y al uso de tecnología reproductiva para conseguir un bebé (después de EEUU), para tantas parejas que no pueden o no quieren tenerlo de forma natural. Parejas de todo el mundo acuden a Ucrania para encargar el hijo deseado por maternidad subrogada. Por su parte, la legislación española, a pesar de ser muy avanzada en materia de reproducción asistida, no contempla esa posibilidad.

El conflicto Rusia-Ucrania ha sacado a la luz esta y otras noticias relacionadas con este negocio que mueve tanto dinero.

Los medios de comunicación hablan de la guerra en términos económicos y políticos (a la vez que sentimentales) y la Iglesia se ha unido a ellos con su discurso. Echo de menos el mensaje sobrenatural de la Iglesia. ¿No es acaso mucho peor la guerra que el hombre le ha declarado a Dios, con sus leyes inicuas y de prácticas aberrantes, que van contra la naturaleza misma de las cosas? Si la Iglesia condenara con la misma energía, convicción y rapidez la auténtica guerra de los Gobiernos contra Dios en todas estas últimas décadas como ha hecho con Putin, otro gallo cantaría. Parece que eso de condenar no está tan pasado de moda como parecía, pues no se ha tardado en condenar sin reparos a Rusia y a Putin por parte de un gran sector de la Iglesia.

Es paradójico que en una época en la que más se habla de ecologismo y de la madre naturaleza, no haya ningún reparo en violentarla hasta extremos inimaginables. Los tanques bombardean las ciudades, pero la ciencia médica destruye la familia en nombre del progreso. Los embriones se congelan, se seleccionan, se implantan y se decide quién vive y quién muere. En clínicas lujosas, la ciencia médica más avanzada se pone al servicio de las mujeres portadoras de bebés para satisfacer deseos antinaturales e inmorales.

Hoy hablamos de Ucrania, pero mañana podemos hablar de cualquier otro país y llegaremos a la misma conclusión.

Reza proféticamente el Salmo II: «¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen proyectos vanos? Se levantan los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y su mesías: Ahora, pues, oh reyes, sed sensatos; dejaos corregir, oh jueces de la tierra. Servid al Señor con reverencia, postraos temblorosos ante él, para que no se irrite y os veáis perdidos, pues su cólera se inflama en un instante. ¡Dichosos los que en él buscan refugio!»

Belén Perfecto, Margaritas Hispánicas