Hace cincuenta años, un 8 de marzo de 1972, fallecía en Tucumán un sacerdote católico: de buena doctrina, simple, profundo, humanista, caballero, indomable, jovial, hombre de palabra y acérrimo conquistador de la Sabiduría.
Nació un 26 de septiembre de 1908 en Buenos Aires; hito ineludible en el artístico moldeado de su vida fue su ordenación como fraile de la Orden de Predicadores (Tucumán – 1946): Fray Mario José Petit de Murat O.P.
Hombre excelentísimo, noble de espíritu, que con palabras simples y a veces un poco más complejas se elevó por sobre las alturas de nuestro tiempo y, con mirada de águila sigilosa, supo precipitarse de manera suave y silenciosa ó con toda la crudeza y sagacidad, lo hacía según el requerimiento de las circunstancias; su presa: el corazón, el alma, la médula del hombre contemporáneo.
El más sano y alto deseo lo movía: el humilde y silencioso conocimiento de la Verdad sin afán de mezquindad, antes bien corría al encuentro del hermano, como un niño con una chispa de luz entre sus manos en medio de la oscuridad. Luz que calma, guía, alegra, corrige y conduce por el buen sendero, cual estrella de Belén. Petit fue fiel guardián de esa Luz y lo hizo de manera fraterna y servicial.
Resuenan hoy, entre nosotros, sus palabras (algunas editadas y muchas aún no): Arte, Metafísica, Religión, Filosofía de la Historia, Psicología; amplio fue el abanico sapiencial y la obra que el fraile dominico abarcó, frutos de su estudio, meditación, oración, y contemplación. Recibió la gracia de ir más allá de las coordenadas circunstanciales e iluminarnos con La Sabiduría de los tiempos.
El Padre Petit supo ser predicador, director espiritual, confesor, docente, Maestro de novicios y estudiantes de la orden, Subprior y Prior de los Dominicos en Tucumán, uno de los principales propulsores y Vice Rector de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino.
El Padre Petit, como prudente albacea de La Palabra, ante todo supo ser Padre.
Francisco Javier Viejobueno, Círculo Tradicionalista Río de la Plata