Semblanza de la XXII Cabalgata por los Mártires de la Tradición

Cabalgata de los Mártires de la Tradición. Foto, Benito Constantini

«Debemos procurar sufragios a las almas de los que nos han precedido en esta lucha secular, y honrar su memoria de todas las maneras imaginables, para que sirvan de estímulo y ejemplo de los jóvenes y mantengan vivo en ellos el fuego sagrado del amor a Dios, a la Patria y al Rey». S.M.C. Don Carlos VII.

Se llevó a cabo con todo éxito la XXII Cabalgata por los Mártires de la Tradición organizada por la Hermandad Nuestra Señora de las Pampas, entre los días 15 y 20 de febrero en la provincia de La Pampa, la cual culminó con la Santa Misa en su honor.

El entrañable e inolvidable amigo Don José Ramón García Llorente −Gran Cruz de la Orden de la Legitimidad Proscrita− fue quien introdujo en nuestra Patria la festividad en honor a los Mártires de la Tradición.

El tema de la cabalgata fue «El Caballero Católico. Las virtudes propias del Varón», y su lema: «Esto Vir»= Sé Hombre.

Contó con la participación de más de setenta cabalgantes venidos de la capital federal y de las distintas provincias Argentinas.

La Capellanía estuvo a cargo del R. P. José Ramón García Gallardo quien oficiaba la misa diaria. Sus vibrantes, profundas y viriles homilíadas conmovieron hasta las piedras y causaron hondas meditaciones entre quienes las oíamos, constituyendo un eje, un puente entre lo terrestre y lo celeste.

Como Sub-Capellán y cabalgante nos acompañó el R. P. Pedro Roldán quien también resultó un auxilio espiritual inestimable.

Fueron  magníficas las disertaciones de los Dres. Luis Roldán y Facundo Genis. El primero se refirió a La Caballería, mientras que el segundo describió al «Hombre moderno o de cristal» y las vicisitudes propias de este tiempo, con las aciagas consecuencias del apartamiento de nuestras raíces fundacionales y las cualidades del caballero cristiano.

El abajo firmante expuso que para «ser hombres» lo primero a tener en cuenta es que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, consecuentemente para ser cabalmente hombres debemos actuar conforme a esta premisa, de lo contrario dejaremos de serlo. Dentro de las virtudes propias del varón me referí a la de la esperanza. Evocando que pertenecemos a una religión que cree en la trasfiguración y  la Resurrección, y que somos herederos de una estirpe que ha ganado batallas después de muertos. Que se abra entonces la tumba del Cid y resucite Don Quijote. Ante esta sociedad artificial que se encuentra en ruinas donde impera la confusión —que, como decía el Padre Castellani es peor que la mentira— hemos de tener en miras aquello que predicaba San Pablo: «en la esperanza hemos sido salvados».

De allí que nos pueden derrotar, pero nunca debemos darnos por vencidos. Relaté varios hechos históricos en los que todo parecía perdido y sin embargo unos pocos hombres con hidalguía y coraje —aferrados a la virtud de la esperanza— hicieron posible la victoria. Finalmente mencioné como ejemplos memorables a hombres muy cercanos a nosotros: Luis Francisco Gallardo, José Ramón García Llorente, Juan Manuel Muskett, y Don Héctor Herrera Cajas quienes dieron el buen combate y conservaron la fe, como verdaderos arquetipos del Caballero Cristiano.

Las palpitantes reflexiones al atardecer de cada jornada, cuando el sol comienza en el horizonte a ensamblar el cielo con la tierra, a cargo de nuestro Jefe, Juan Carlos García Gallardo (Juanito) reavivaban el temple de los de a caballo. El posterior rezo del Santo Rosario, la culminación con el galope entonando el Salve Regina, y el emotivo himno del cabalgante, alentaban esperanzas de Reconquista. Estos cantos gozosos respondían al soplo vivificante del Creador que se hace carne por las benditas tierras pampeanas.     

Las comidas reparadoras, el mate, las guitarras y las canciones alrededor del fogón formaron parte inseparable de la comitiva.

Se puede argüir que la cabalgata imprime carácter, generando una hermandad que hemos de procurar mantener más allá del tiempo y el espacio.

Es una peregrinación, que supone un sentido de reparación, purificación regenerativa, preparación e identificación con aquellos principios por los cuales se peregrina. De allí su vital significación.

La voz peregrinación, proviene del latín «per» (a través de) «agrum» (campo). Lo que expresa: a través del campo, atravesando los campos, cruzándolos. Precisamente el término Cruzada remite a la palabra peregrinación.

Cabalgata, peregrinación, itinerario, que procura recrear el camino que concluye en el cielo a través del esplendor de la verdad, teniendo en miras lo que afirmó Nuestro Señor: «Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie llega al Padre sino por Mí».

La otrora tierra que era llamada «Huecuvu Mapu» (Tierra del maligno), cristianizadas por la Cruz, el Arado y la Espada, se ven  peregrinadas por los cabalgantes que mientras surcan los campos, recrean el espíritu del Caballero Cristiano.

La conversación entre los cabalgantes a través de la esplendorosa —sin dejar de ser áspera y rigurosa— geografía enriquece el alma y retempla los cuerpos.

Cinco etapas a caballo, bajo un duro sol que requiebra la tierra. El silencio no es mutismo, sino todo lo contrario, es un silencio dispuesto a la apertura a la recepción, a la revelación, un silencio con el oído atento a la voz de Dios para que llegue al alma.

También se medita bajo un cielo infinito, con noches henchidas de racimos de estrellas, que brillan cual cascabeles de plata, en las que se distingue como segura brújula la Cruz del Sur.

Recordando que nuestro honor es nuestra fidelidad, al igual que aquello de: «¿Con que armas lucharemos mi capitán?−¡Con las que le quitaremos al enemigo, soldado!». O esta otra: «No se rendirme después de muerto hablamos». Esto Vir=Sé Hombre.

La cabalgata concluyó con la renovación de la Consagración al Corazón Inmaculado de María y la Santa Misa por los mártires de la Tradición, mártires que honramos y nos acompañaron durante todo el trayecto dándonos ánimo y perseverancia.

Con la concurrencia de tantos afectuosos invitados que se sumaron para la celebración dominical, otra vez la excelente homilía de nuestro Capellán enriqueció y elevó en grado sumo el espíritu de todos.          

El almuerzo con el incomparable y sustancioso asado ofrecido —como siempre— generosamente por la familia García Gallardo, las ensaladas y los postres preparados con exquisito gusto por las jóvenes de la Sociedad San Andrés, y las mujeres de Pichi Mahuida, que tanto se afanaron por hacernos sentir agradables y felices. Todo estaba impecable, inmejorable, y al culminar tan gran acontecimiento, no podemos más que pensar que toda esta festividad no puede haberse dado sin el contexto de la mismísima cosmovisión de la  propia Tradición que no muere. ACM.

Juan Antonio Vergara del Carril, Veterano Cabalgante.