Contra la agitación revolucionaria

Martirio de San Pablo Apóstol, Simonet

Los atropellos contra la Santa Iglesia, especialmente este año, han provocado el cierre de lugares de culto. Mientras. los casinos y casas de citas siguen abiertos. Los católicos debemos tomar cartas en el asunto: tomando oración y acción en conjunto; no exclusivamente una de las dos.

Muchos tomaron la opción de reclamar derechos individuales, libertad de expresión, de culto, de libre tránsito, o defender la constitución. Nosotros respondemos: terminantemente no.

No somos revolución. No venimos a pretender un nuevo orden. No somos los poderes políticos y económicos contemporáneos: no queremos ninguna «nueva normalidad», ningún «reseteo económico». Los cipayos contemporáneos buscan desesperadamente aún esa utopía igualitaria, antropocéntrica y materialista. Pese a que han creado una verdadera distopía, un infierno sobre la tierra.

No somos revolución, sino contrarrevolución. Vamos aún en resistencia contra las agitaciones que buscaron destruir la Cristiandad. Contra las agitaciones que hoy buscan eliminar cualquier remanente del viejo orden. Vamos contra la revolución que empezó con el «non serviam» de las huestes demoníacas, que fueron arrojadas por San Miguel, e iniciada en la tierra con la obra del nefasto Lutero, un 31 de octubre de 1517.

Paolo Emilio Regno, Círculo Tradicionalista Nuestra Señora de la Asunción.