Balance de las elecciones legislativas colombianas del 2022

Capitolio de Colombia. Commons

El día 13 de marzo el pueblo colombiano participó en elecciones cuatrienales para decidir la conformación del poder legislativo. Tres coaliciones políticas, además, sometieron a decisión de los electores a sus candidatos, con el propósito de definir a los contendientes en las elecciones presidenciales en el mes de mayo. 

Si bien es costumbre adornar toda elección con generosos adjetivos, los presentes comicios han reclamado para sí una relevancia histórica; ya que han manifestado el declive de la principal hegemonía electoral del régimen del 91. El poder político del uribismo se ha diezmado hasta el punto de perder cualquier mayoría parlamentaria, y convertirse así en un actor secundario del futuro legislativo colombiano. El país ha rechazado una fuerza política que ha sido incapaz de atender las necesidades del pueblo, y que además se ha servido de engaños y manipulaciones para someter al arbitrio de sectores protorrevolucionarios la frágil institucionalidad del país. Ante una hegemonía, que no pocas veces ha pretendido asumir las banderas de la moral católica y tradicional, el pueblo ha expresado su rechazo y ha preferido votar por opciones difusas que, a su parecer, mejor corresponden su esencia tradicional. No sorprende, por lo tanto, que el Partido Conservador haya reivindicado su poder electoral, siendo el partido con más escaños senatoriales, junto al Pacto Histórico, en un fragmentado Congreso incapaz de establecer mayorías. Así como tampoco sorprende que el candidato presidencial del Centro Democrático haya anunciado su renuncia de toda aspiración, admitiendo así que el mismo uribismo entiende a un país que ha entrado en una etapa ulterior al desastroso legado político de Álvaro Uribe Vélez.

Las presentes elecciones son, a nuestro parecer, el paso faltante para la realización del ideal supuesto en la Constitución de 1991. La elevación de la pluralidad de opiniones políticas, que favorece el pensamiento ideológico en vez del comunitario, logra convertir al supuesto organismo representativo en un sucedáneo distante que sólo busca ejercer los intereses de sus miembros más inmediatos; convirtiendo así las nociones de bien común en negociaciones viciadas a puerta cerrada, lejos de la salud pública de un pueblo que, en su esencia, precisa de un líder con el que se corresponda el sentimiento de piedad patriótica.

La incertidumbre premiará al ejercicio idealista del liberalismo, que establecerá su dominio sobre los designios de los colombianos, y los presentes candidatos presidenciales tampoco son ajenos a esta realidad. Ante ese debate que beneficia el régimen, nosotros estamos seguros de que la situación actual, si bien estará ausente de figuras portadoras de un mito político fuerte, no significará cambios sustanciales para el país.

Nicolás Ordóñez y Reyes. Circulo Tradicionalista «Gaspar de Rodas». Medellín, Colombia.