Hace varios días la plataforma cultural NEOS, impulsada por el antiguo eurodiputado y ex-ministro del Interior Jaime Mayor Oreja, denunciaba la «deriva» legislativa del Gobierno, ante la reciente aprobación en el Senado de la proposición de Ley que penaliza el acoso ante las clínicas especializadas en abortos. Mayor Oreja (NEOS) declaraba a los medios: «Algo falla en una sociedad en la que matar es un derecho y rezar, un delito».
No es la primera vez que en este periódico se habla de NEOS. Y el título no es original porque corresponde a un libro de Leopoldo Eulogio Palacios (de recomendada lectura) en el que, de forma elegante y aguda, desarrolla una acertada crítica al pensamiento de Maritain.
No en vano NEOS encarna de forma bastante fiel lo más parecido a lo que sería el partido político ideal de la Nueva Cristiandad (aunque propiamente no es un partido político). Un «partido» laico, «cristiano» sin aspiraciones a transformar el cuerpo de la política. Sus pretensiones son utilizar los valores cristianos para «mejorar» la política y la sociedad. Es inútil mejorar algo que está muerto: el cuerpo político y social al que se le han negado las fuentes de la gracia. Lo que necesita directamente es una nueva vida, no ir poniendo parches para ocultar el problema de fondo. Ellos son conscientes de la devastada situación social, pero no aspiran a instaurar todo en Cristo. Se conforman con ser levadura en la masa putrefacta.
La «novedad» de NEOS (engañosa novedad), es la introducción y la reivindicación de una vuelta a la moralidad y a las raíces cristianas. Vano atrevimiento, apoyándose en valores constitucionales liberales, en premisas personalistas y en una montaña de tópicos repetidos hasta la saciedad como los derechos fundamentales y las libertades de perdición.
NEOS no representa la catolicidad (válgame Dios), ni lo pretende. Es una de las razones por las que es tan bien aceptado en los ambientes conservadores, católico-liberales y entre quienes quizás en su interior no han aceptado las premisas liberales, pero desconfían de que sea posible una restauración social cristiana. Como siempre, el pelagianismo voluntarista sobrevuela y ensombrece el horizonte del triunfalismo católico, el triunfo de la Realeza de Nuestro Señor.
NEOS hace uso de las raíces cristianas para su propio beneficio y pide una unidad en torno a no se sabe bien qué. La endeble y añorada unidad, pero desechando en todo momento la unidad católica. Y es que la Nueva Cristiandad no la necesita. No puede caer en los mismos errores de la antigua cristiandad. Por eso la Nueva Cristiandad será laica y unida en una «laicidad positiva», signifique lo que signifique.
En su defensa podemos decir que son fieles ovejas de sus pastores y que a los eclesiásticos les fascina NEOS. Dios los cría y ellos se juntan. Una verdadera pena.
Belén Perfecto, Margaritas Hispánicas