Aurora Rodil, concejal portavoz del grupo Municipal de Vox en Elche, fue entrevistada recientemente con motivo de una reforma urbanística que persigue derribar la Cruz del Paseo de Germanías de Elche. En ésta, la concejal declaraba:
«En esta lucha está en juego mucho más que un monumento. La Cruz es parte esencial de nuestra identidad. España sin la Cruz no es España».
Una de las consecuencias de olvidar la doctrina católica es recurrir a argumentos que nada tienen que ver con la religión, y parece que Vox se ha especializado en ellos.
Daniele Mattiussi, en su artículo La retirada del crucifico lo explica de forma certera:
«No es, pues, argumento (para defender la cruz) el de la identidad sociológica: nadie, en nombre de esta identidad, tiene el derecho de imponer a otros sus opciones. No basta con decir “nosotros, aquí, lo hacemos así” (…), o bien “nosotros tenemos esta creencia”, para exigir de otros que hagan o crean lo que cree la mayoría. La identidad histórica y sociológica no es un verdadero argumento».
«El Crucifijo no puede quedar reducido a un símbolo universal desligado de un credo auténticamente religioso (…), ni puede ser considerado como el alférez de la “libertad religiosa” y de la democracia moderna (…). El problema, entonces, no puede resolverse (…) sosteniendo que el Crucifijo tiene derecho de “ciudadanía” porque todos pueden ver en él lo que quieren. El problema debe afrontarse proponiéndolo en términos correctos y profundos: Cristo tiene derecho de ciudadanía porque es el Dios verdadero, el Camino, la Verdad y la Vida. Esto no significa que se imponga creer en él con la amenaza de la espada. Significa más bien proponerlo como lo que es».
«El verdadero escándalo, por lo tanto, no es quitar la cruz. El escándalo procede del intento de quitar todo significado religioso al Crucifijo. A este propósito debe señalarse una paradoja: vienen a sostener el ateísmo quienes defienden el Crucifijo con pseudoargumentos sociológicos, y no aquellos que, –aunque sea para combatirlo y retirarlo de los lugares públicos– lo ven como un verdadero símbolo religioso. La cosa debería llevar a reflexión».
La Cruz, escándalo para los judíos, necedad para los gentiles «y símbolo de identidad, encuentro y cultura para el católico del siglo XXI».
En nuestra España democrática, Vox se ha convertido en el refugio del liberalismo católico. Las palabras que dedicó Pio IX a Francia en 1871, bien podría dedicarlas a la actual España: «Debo decir la verdad a Francia. Hay en ella un mal más temible que la revolución de la Commune, con sus hombres escapados del infierno, que han paseado el fuego por París. Este mal es el liberalismo católico».
Belén Perfecto, Margaritas Hispánicas