Hoy se cumple una semana del fallecimiento de María Jesús Gallardo de García Llorente, madre del padre José Ramón García Gallardo, Consiliario de la Comunión Tradicionalista, y Madrina de honor de las Margaritas. Publicamos a continuación estas palabras en homenaje a ella y a José Ramón García Llorente, q.e.p.d.
El jueves 5 de mayo a las siete de la tarde se celebrará una Misa por su eterno descanso en la capilla de Santiago Apóstol de Madrid (C/ Catalina Suárez nº 16, Metro Pacífico).
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María Jesús es muchas cosas fértiles para nosotros, además de una matriarca, una tía o una madrina muy querida. Su mundo configuró nuestro mundo, y eso nos puso un poquito más cerca del Cielo que espero que ella goce muy pronto.
José Ramón y María Jesús, y ahora ese suelo bendito de Pichi que guarda sus restos, fueron, como sus hijos, parte muy importante en el deseo de catolicidad de nuestra familia.
Dios los tendrá juntos, amparando sus frutos.
Fueron dos flores y hoy son dos banderas. Han hecho el bien a manos llenas. Convirtieron el desierto en punto de encuentro de los sedientos, y todos bebimos hasta llenar el alma para poder hacer a la vez un bien a otros. Un matrimonio que fue fuente de cristiandad, causa segunda de incontables gracias. Entregados a la Providencia que les exigió a la par de lo que les dio.
Sin duda con su entierro en Pichi Mahuida, ese suelo de la Pampa se vuelve más fértil. Me gusta pensar, que el suelo árido que tantas veces rechazara a tantos, estará ahora fertilizado por ambos cuerpos y una unión matrimonial que se une ahora en la muerte. Me anima el deseo de pensar que en Pichi habrá más flores y más pájaros, y más zorros y jabalíes que se acerquen a rendir el tributo de quienes fueron los Señores de esa tierra.
Fueron un ejemplo y son un deber. Una vez más Dios me da la gracia de hacerme caminar entre santos. Ellos intentaron siempre estar en los brazos de la Inmaculada, no exentos de su naturaleza, no exentos de imperfecciones, sino llenos de gracia, de amor a Dios, de caridad, de fervor en el orden divino. Su misión fue la Cristiandad en el Corazón Inmaculado, y fueron leales a su misión. Estoy seguro que descansan en las promesas del Señor.
Dios hizo que el árbol naciera de una semilla. Y el árbol creció y empezó a dar frutos. Hoy ese árbol necesita más raíz para seguir creciendo. Y al mismo tiempo, recordarnos: Así pasa la gloria de este mundo.
Padre, te ruego que no les falte la gracia a sus hijos. Padre, te ruego que sigamos recibiendo en el alma los ecos fértiles de ese desierto amado. Bendito sea Dios.
Un criollo.