¿Dónde te refugiarás, Roper?

EFE/ J. Diges.

El 13 de noviembre, el presidente Pedro Sánchez se reunió con la presidente de Navarra, María Chivite, para agradecer el apoyo de Bildu a los Presupuestos Generales. A su llegada, un grupo de manifestantes, con banderas constitucionales, le abucheaban: «¡Sánchez traidor!, ¡Sánchez dimisión!».

Para la derecha española, hemipléjica moral, el odio y el rechazo a la izquierda tiene un fundamento insensato. Dan por hecho que España se debe salvaguardar por medios meramente humanos, y que además esos medios los tienen que poner ellos.

El rechazo a Sánchez y su política es algo perfectamente legítimo. Pero los modos denuncian la contradicción interna del liberalismo constitucional. Porque izquierda y derecha viven de la misma sofística. La dialéctica revolucionaria izquierdo-progresista/derecho-conservadora.

No se puede pretender sacar el escudo constitucional, corrupto y corrompedor desde su forja, para llamar traidor a un presidente constitucionalmente elegido. No se puede defender el sufragio como único principio legítimo de gobierno, y luego revolverse cuando el presidente electo no nos gusta.

Si nuestra única arma es la votación. Si nuestro único baluarte es el relativismo más votado. Si renunciamos a la ley divina que funda la política católica, aunque unamos todas nuestras voces, se quebrarán estérilmente.

Vienen a la cabeza las palabras atribuidas a Santo Tomás Moro: «¡Oh! Y cuando hayas destruido la última ley, y el diablo dé la vuelta y vaya a por ti, ¿dónde te refugiarás, Roper?».

Iñigo Dorronsoro de la Inmaculada, Navarra.