Esta tendencia secularizadora de la Iglesia que ha dado lugar al cambio de significado del concepto de libertad religiosa, tal y como la Iglesia lo predicaba antes del Concilio Vaticano II, se manifiesta en todas las asociaciones e iniciativas por parte de fieles católicos. Hoy sería impensable una de estas actividades cuyas bases fueran la reivindicación de los derechos de Dios y la obligación del Estado para con la verdadera religión. Así D. Rafael Gambra expresa respecto a este tema que «no se trata de averiguar si el estado puede prohibir a sus ciudadanos la profesión privada de su religión, ni tampoco si tiene derecho a obligarles a profesar la fe verdadera: los términos de la discusión se reducen a dos puntos:
- Si una religión falsa tiene derecho a ser profesada con el mismo carácter público que la religión verdadera
- Si el Estado o poder público debe mantenerse indiferente en materia religiosa o debe profesar la religión verdadera e inspirar en ella sus leyes y sus fines de acción».
Hoy la mayoría de los católicos estarían de acuerdo con que el Estado deba mantenerse indiferente en materia religiosa. Y así todas las movilizaciones y actividades cambiarían sus fines de acción y en lugar de luchar por la libertad de la verdadera religión se unen a los paganos para tener «más fuerza» política y social y reivindicar el derecho a profesar el error.
Hace días se publicaba en medios católicos una iniciativa: el autobús de la vida, recorriendo diferentes ciudades de España; iniciativa promovida por el Instituto de Política Social (IPSE) que reivindica el derecho a la vida camuflado entre derechos engañosos y libertarios. Este instituto nace en el año 2017, pero no sería hasta el año 2019 en el que se hace visible socialmente abanderando la defensa de la vida, la familia, la libertad religiosa y los valores.
Estas actividades, anunciadas por medios católicos como ambiciosos proyectos, se ponen una vez más en evidencia al equiparar la verdadera religión con las religiones inventadas por los hombres. Son a la vez causa y consecuencia del error. Además, al declarar la libertad religiosa, desvinculan toda su lucha de la fe verdadera, cayendo en los mismos errores que pretenden subsanar. Así convierten la lucha provida en mera batalla voluntarista de «porque lo digo yo».
Belén Perfecto, Margaritas Hispánicas