El movimiento de los caciques apoderados (I)

Caciques apoderados de Bolivia

Indígenas reivindicando territorios otorgados por la corona española: esa podría ser la manera más sencilla de resumir este episodio interesante de la historia republicana boliviana. Antes de que el marxismo envenene la mente de ricos y pobres, de citadinos y campesinos, existía una genuina reacción contra la usurpación liberal de propiedad legítima.

El contexto en el que nos encontramos es fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX: conservadores gobernando, empresarios mineros en el auge de la plata y de los negocios internacionales, y liberales ganando una guerra civil que depone a los conservadores e impone años de secularismo y masonería. Por si fuera poco, Bolivia había perdido territorio en dos guerras: la del Pacífico con Chile y la del Acre con Brasil.

Es en esta época que toma relevancia el movimiento de caciques apoderados, un grupo de autoridades originarias en defensa de sus derechos virreinales, en oposición a las agresiones del gobierno republicano y algunos hacendados, que arremetían con la privatización de estas propiedades. El movimiento comenzó en las últimas décadas del siglo XIX, mediante líderes indígenas a quienes sus ayllus les otorgaban poder para ejercer el reclamo, por esto se les llamaba ‘caciques apoderados’.

Santos Marca Tola (castellanización de «Marka T’ula») fue el protagonista más notorio de este movimiento originario que reclamaba al Estado liberal la devolución de sus tierras. Nació en Curahuara de Pacasa (hoy en la provincia Villarroel del departamento de La Paz) el año 1879, cuando se inició la Guerra del Pacífico.

Su trayectoria política comienza en la década de 1910, en la que funge como curaca de un ayllu. En 1916, junto a Dionisio Paxipati y Feliciano Condori, fue designado cacique para representar a las autoridades originarias en reclamos legítimos a las autoridades.

Su figura fue tomando relevancia y para 1928 ya lideraba a varios caciques del departamento de La Paz, entre ellos: Rufino Vilca, Mariano Pocori, Santiago Mamani, Pascual Colque, Genónimo Collo, Mateo Yampara, Gregorio Titirico, Anselmo Choque y otros. Para comienzos de la década de 1930, él presidía el movimiento en defensa del territorio y derechos indígenas, integrado por caciques de los departamentos de La Paz, Oruro, Potosí y Chuquisaca.

Los líderes indígenas querían rescatar títulos virreinales que les otorgaban derecho a tierras comunitarias, y para eso acudían a sus autoridades republicanas contemporáneas. Además, querían acceder a la educación mediante la creación de escuelas para indígenas. Los biógrafos de Marca indican que él no sabía leer, pero que sabía de memoria el contenido de sus documentos que manejaba.

En 1920, luego de una larga estancia en la ciudad de Sucre, los caciques apoderados decidieron guardar en el Archivo General de la Nación los expedientes que habían presentado en varias instituciones del Estado. El Taller de Historia Oral Andina publicó en 1984 un libro importante que maneja datos sobre este tema, y se titula El indio Santos Marka T’ula: cacique principal de los ayllus de Qallapa y apoderado general de las comunidades originarias de la república. Entre otros contenidos, la obra contiene extractos de documentos del Archivo General:

«Archivo General de la Nación certifica que el indígena originario Santos Marca Tola ha depositado en esta oficina nacional cinco expedientes relativos a todas las diligencias que han seguido los originarios del departamento de la Paz, habiendo sacado de cada uno de ellos un testimonio auténtico: los referidos expedientes se hallan archivados en esta oficina para su catalogación. Lleva este certificado el interesado para resguardo de su derecho.»

Resulta importante aventurarnos por este tipo de reivindicaciones, dada la inmensa contaminación ideológica que suelen llevar hoy por hoy estas protestas. Debemos demostrarle al mundo que hacen falta el marxismo ni el indigenismo para impulsar la realización del indio.

Aarón Mariscal Zúñiga, Círculo Tradicionalista San Juan Bautista.