Hay un enigma sin resolver desde el 25 de octubre. ¿Qué se propone el Gobierno español ante la segundo envite de la pandemia? Por suerte, tenemos un criterio de la ideología liberal para completar el rompecabezas: mínimo esfuerzo, máxima conservación.
Toda crisis se aprovecha políticamente. Todo régimen trata de sobrevivir a ella y fortalecerse. Al ponerlo todo en manos de los caciques autonómicos, el régimen del 78 demuestra que no es una excepción. Pedro Sánchez no sólo piensa en unas holgadas vacaciones de seis meses. Ha satisfecho la situación política en la única y puntillosa «armonía» que era posible. Dando un poder absoluto a cada dictadorzuelo provincial.
Nunca el casposo PP madrileño y la Esquerra catalanista han estado tan de acuerdo.
El Gobierno también afrontó la cuestión de los recursos. ¿Qué podemos y qué estamos dispuestos a hacer frente a la plaga? No demasiado. Estado y taifas autonómicas no van a emplear medios sanitarios, sino policiales. Asumen que la pandemia va a segar muchas vidas y las restricciones van arruinar muchos negocios. Cada cacique se encargará de que las muertes no alcancen picos demasiado escandalosos en su parcela, empleando sanciones.
Han puesto la responsabilidad política de los contagios en los ciudadanos. También arrojarán el esfuerzo económico de supervivencia sobre familias y comercios. Fían en los gobernados todo el saldo de muertos y la pervivencia económica de la nación. Gobierno y taifas han apostado por un juego de equilibrios muy peligroso. Con un movimiento de restricción, calman el ritmo de contagio y salvan la extinción total de una economía turística. Con un gesto de permisión, dan un mínimo respiro económico a los negocios y las casas.
Ante la plaga, el régimen del 78 ha inducido a España en un coma artificial. España pasará la tempestad con las fuerzas que tenga, ni más, ni menos. Lo que haya aguantado, quedará para después. Gobierno y taifas se encargarán de que algo sobreviva a la crisis, aunque sea lo mínimo. Y lo que se arruine, será un bonito negocio. Los políticos y sus amigos lo venderán y se enriquecerán con otra desamortización.
Roberto Moreno, Círculo Cultural Antonio Molle Lazo