La Conquista de Méjico-Tenochtitlán, consumada hace casi 501 años es uno de los procesos históricos más socorridos por aquellos que niegan valor a la herencia hispánica y al papel que las huestes de Hernán Cortes y sus numerosos aliados indígenas tuvieron en la construcción del Virreinato de la Nueva España, en la evangelización de miles de almas y en la derrota del cruel y tiránico régimen de los tlatoanis mexicas.
Fue abrumadora la campaña de exaltación de la Leyenda Negra antiespañola y anticatólica que durante 2021 se pudo leer en medios periodísticos, académicos y gubernamentales, la cual no dudó en continuar con la retórica de execración fanática e irracional, típica del indigenismo paganizante que desde varias décadas atrás se ha instalado en la historiografía oficial de varios países tanto en América como en Europa, según la cual un grupo de españoles avariciosos e intolerantes conquistó a sangre y fuego a pueblos enteros de indígenas pacíficos, inocentes, prósperos y con un alto nivel cultural.
Esta exaltación de la Leyenda Negra ha tergiversado el sentido y el significado de varios de los acontecimientos que a lo largo de más de dos años fueron tejiendo la trama del avance de las armas hispánicas sobre la entidad política mexica, Uno de estos episodios manipulados fue la llamada «Noche Triste», durante la cual las tropas hispánicas lideradas por Hernán Cortés tuvieron desastrosas pérdidas humanas y militares a manos de las huestes mexicas después de una huida altamente arriesgada a lo largo de la calzada que iba de Méjico-Tenochtitlán al poblado de Tacuba. Este acontecimiento a sido renombrado por las autoridades de izquierda «progre» e indigenista que «gobierna» la Ciudad de Méjico, como la «Noche victoriosa» en un claro desprecio por la herencia hispánica.
Los antecedentes históricos de la «Noche Triste» se remontan al mes de mayo de 1520 cuando Pedro de Alvarado desencadenó la llamada «Matanza del Templo Mayor» en la cual murieron varios miembros de la elite de Méjico-Tenochtitlán durante la celebración de un ritual pagano, esto durante la ausencia de Hernán Cortés (quién había salido rumbo a Veracruz para enfrentar a Pánfilo de Narváez, enviado a su vez por Diego Velázquez, gobernador de Cuba, quien buscaba castigar al nacido en Medellín por su presunta desobediencia). Se podría considerar que esta matanza fue imprudente, aunque no se pueden desestimar los argumentos de Alvarado, quien temía una rebelión masiva de los mexicas. Esta acción dio al traste con la política relativamente conciliatoria que Cortés había tenido con Moctezuma Xocoyotzin, el tlatoani o caudillo mexica, quién a pesar de ser prisionero del conquistador, mantenía su autoridad y su lujoso estilo de vida en los mismos palacios que habían sido su residencia habitual.
(Continuará)
Austreberto Martínez Círculo Tradicionalista Celedonio de Jarauta.