
Recientemente en los avasallados Reinos de las Españas en la Península Ibérica, el llamado Consejo de Estado, presidido por la socialista María Teresa Fernández de la Vega, ha hecho público un informe en el que se «oponía» a un diabólico proyecto de «Ley» de sus socios de gobierno llamado «Ley Trans».
Esta bestial propuesta de mal llamada Ley pretende conceder a los niños la potestad de escoger qué sexo (llamado género por los ideólogos) desea ser, sin el respaldo de ningún tercero, ni médico, ni tutor, ni padre.
Frente a este nuevo y grotesco avance en la Revolución que nos imponen, parece que el dicho Consejo de Estado, presidido por sus mismos socios de Gobierno tan revolucionarios como ellos, ha querido mostrar su «oposición», señalando dos cuestiones. La primera es que aquella propuesta de Ley pretende que no es necesario un informe técnico de un médico para valorar la viabilidad física de tan magna empresa. Y la segunda, que tampoco sea preciso el respaldo de la «Justicia» para darle al hecho legitimidad jurídica. Esta crítica omite del todo además la mención a la patria potestad, dejando esta infame pretensión en manos del Estado y sus mecanismos.
Lo que podría parecer una oposición franca, como la prensa cómplice señala, se revela en verdad como un método para legitimar con la «técnica» y el «Derecho» unas barbaries, no sólo imposibles en la naturaleza física, sino tremendamente corruptoras del orden moral de la sociedad y del alma humana. Aunque se fabriquen mil fraudulentos informes médicos, se realicen monstruosas operaciones quirúrgicas, con leguleyos que lo sancionen en mamotretos de códigos legislativos, la realidad no puede ser cambiada. El orden natural, el orden metafísico y el orden sobrenatural no pueden ser alterados por el antojo de los hombres. Pero esa pretensión de lograrlo sí envenena las mentes y las almas para que detesten profundamente esos tres órdenes, se rebelen contra ellos y, en el fondo, ataquen la propia naturaleza que tienen escrita por Dios en sí mismos.
La «oposición» del Congreso de los Diputados aplaude y ha tomado partido por los argumentos del Consejo de Estado, pues son los que esgrimirán para evitar que salga adelante esa propuesta de «Ley». Así muestran que no hay contradicción ideológica entre todos ellos, pues únicamente están en discusión las cuestiones formales. En abril, también el Consejo General del Poder Judicial se «oponía» a estos diabólicos proyectos, en su caso, para pedir que fuesen 18 los años necesarios del sujeto, y no menos, para estos grotescos ataques a la naturaleza humana. Y señalaban también otras razones para «oponerse» a este proyecto: que «contradice el derecho fundamental a la igualdad» y que «vulnera los derechos de las mujeres».
Quedan avisados quienes, despistados, piensen que encontrarán en los tribunales o en los partidos políticos una oposición real a la mayor aberración que se conoce en la historia de los hombres.
Gabriel Sanz Señor, Círculo cultural Antonio Molle Lazo