Energúmenos revientan la procesión de San Fermín en Pamplona

Momento de los enfrentamientos. Foto: Diario de Navarra

Tres policías heridos y la suspensión de la procesión de San Fermín a su paso por la calle Curia es el balance de una serie de agresiones programadas.

Una vez más la religión católica es objeto, ya no sólo de escarnios, sino de ataques directos al cabildo y al pastor de la diócesis; a la expresión pública de la Fe y su visibilidad. Otra vez desean que las calles sean suyas, arrinconando la realidad navarra: tradicionalista en su génesis y en su existencia. Desean apropiarse de la sociedad y los individuos, de la fiesta y hasta del chupinazo.

Son escoria cuya ideología no va más allá de la espera de la hora de la borrachera y el oportunismo de bragueta. De esas tierras, de esas casas, de esos campos, partieron 16.000 requetés a la Cruzada de 1936 (según datos de la propia Enciclopedia de Navarra).

Decía D. José Miguel Gambra, en una de las presentaciones de su libro La sociedad tradicional y sus enemigos que, cosas como éstas, no hubieran sucedido (refiriéndose a un acto vandálico contra la Fe) si hubiera requetés. Porque el enfrentamiento social, una vez usurpado el Trono y destronado Cristo, es una realidad que se expresa, periódicamente, en fenómenos de dominio y persecución. El negarlo y tolerarlo —sólo posible en el catolicismo liberal— es ser colaborador directo, al menos por omisión.

Así animaba, horas antes, el Arzobispo de Pamplona la celebración del día de su Patrón: «os deseo a todos unas felices fiestas alegres, sanas y humanizadoras». De San Fermín, sólo queda el nombre.

¿Sorprende a alguien lo sucedido?

Agencia FARO, Círculo Tradicionalista de Baeza. R. Gómez Bastida