
Ya está redactado el Anteproyecto de Ley de Memoria Democrática. Es el resultado de un pacto entre el PSOE, corresponsable de una de las mayores persecuciones religiosas del siglo XX, y los terroristas blanqueados de HB Bildu, en ese continuo proceso adámico de refundación de sí mismos. En vista de ese texto y ante la inminente celebración del LXXXVI aniversario del inicio de la Cruzada del 36 resulta de obligada justicia destruir la damnatio memoriae a que han sido abocados los mártires de aquella persecución.
Son mártires con nombres y apellidos, lejos del anonimato con que se quiere encubrir a sus asesinos. Pretenden borrar su testimonio martirial en el vergonzante servilismo de calificativos del tipo de «mártires del siglo XX en España», como si de víctimas del segundero de un Festina. Algo parecido sucedería si a los mártires, por ejemplo, de la Persecución de Diocleciano —conocida como la Gran Persecución—, la jerarquía actual de la Iglesia Católica los denominara oficialmente «Mártires de la Península Itálica en el Siglo IV», en su línea de no romper el buen rollo de la Agenda 2030 (o de salvar las algas, en palabras del Cardenal Juan José Omella). Lo que llevaría a pensar a cualquier profano/pagano, que fueron víctimas de las rocas sedimentarias ígneas y marinas formadas desde el Paleozoico que han dado lugar a lo que hoy conocemos como Italia. Ocurrencia factible tras la publicación de la Encíclica «Laudato si»; ésta sí, con rango de memoria litúrgica obligatoria.
Sin embargo, no son memoria, ni recuerdos imbuidos de subjetivismo propio del que intenta acordarse de un hecho lejano, no. Un mártir es real, porque nada hay más cierto que a Quien testimonian. No son letra muerta de estudios históricos de héroes de otros tiempos cuyas virtudes están en boca de clérigos de traje secular mientras, al mismo tiempo, recomiendan no imitarlos. Y mucho menos son una página que haya que pasar para seguir danzando en el ara democrática junto a madeimoselle Maillard, tras cumplir al subir una imagen suya a algún altar parroquial.
No oirán ustedes grandes explicaciones, mucho más allá de un «lo mataron». Pero, ¿quién o quiénes?
Desde el Círculo Tradicionalista de Baeza, aprovechamos estas líneas para poner nombres y apellidos a los sacerdotes mártires que esta ciudad alumbró o acogió.
Vicente Catena Vilches (28 años). Coadjutor de San Andrés (templo parroquial que acoge a la Patrona, la Virgen del Alcázar). Nació en Baeza el 3 de marzo de 1908. Se ordenó diacono y presbítero en septiembre de 1930, celebrando su primera Santa Misa el 3 de octubre de 1930. Estuvo destinado en Jimena hasta 1932 que llegó a Baeza. El 1 de diciembre de 1936, por orden de un teniente de Milicias, fue detenido en Portales de la Alhóndiga 3, y trasladado a la prevención, de donde pasó a la prisión. El 2 de diciembre su cuerpo, muy destrozado, apareció en la carretera de Ibros frete a la caseta del peón caminero. Sus restos reposan en la Capilla Dorada de la Catedral de Baeza.
Pedro José Cejudo de la Torre (70 años). Párroco de La Yedra. Nació en Baeza el 5 de abril de 1869. Recibió la tonsura en 17 de abril de 1891, ordenándose presbítero en 1892. Desde 1894 era párroco en La Yedra. El 23 de julio de 1936 le detuvieron en La Yedra llevándole a la prisión de Baeza. De allí le sacaron el 3 de septiembre con un grupo de treinta personas. Comprendiendo cuál era su destino, él quiso salir de la prisión vestido con su sotana. Los llevaron al paraje conocido por Los Capones, ya en término de Ibros, cerca del Cortijo de la Trinidad y allí fueron todos ejecutados.
Manuel Galcerá Videllet (59 años). Sacerdote Operario Diocesano. Director Espiritual y capellán del Monasterio de Santa Catalina, de franciscanas clarisas, en Baeza. Nació en Caseras (Tarragona) el 8 de julio de 1877… Estudió en Tortosa y Zaragoza, doctorándose en Teología. Dominaba el francés, inglés y alemán. Se ordenó el 1 de julio de 1901. El 18 de julio salió de su casa y al pasar por el llamado Paseo de la Constitución unos milicianos le dieron el alto. Asustado, salió corriendo refugiándose en el número 7 de los Portales de la Alhóndiga, donde subió hasta el tejado sufriendo una caída. Detenido pasó al Hospital. Luego, desde el 23 de julio, junto a su compañero D. Aquilino Pastor, se refugió en la casa de Dña. Manuela Pozas de la Torre y D. Rafael Torres López. El 28 de agosto fue detenido e ingresó en la cárcel, donde ya se había recluido a quince sacerdotes. El 3 de septiembre, en unión de treinta y un detenidos, once de ellos sacerdotes, lo llevaron al paraje de Los Capones, en Ibros, donde fue asesinado. Fue enterrado en fosa común. En la actualidad, sus restos reposan en la Catedral de Baeza.
Miguel García Lahoz (40 años). Beneficiario de la S. I. Catedral, con residencia en Baeza. Nació en Teruel, el 4 de diciembre de 1896. Allí se ordenó el 14 de junio de 1919. En 1927 opositó a un beneficio de Sochantre del que se posesionó en 26 de noviembre de 1927, en la Catedral de Baeza. El 3 de septiembre le sacaron de la cárcel. También asesinado en el paraje de Los Capones.
Cipriano Herrera Caballero (52 años). Capellán en la S.I. Catedral de Baeza. Nació en Jodar, el 16 de septiembre de 1874. Recibió la tonsura el 7 de febrero de 1899 y se ordenó presbítero el 6 de febrero de 1900. Fue profesor de latín, Retórica, Historia, Lengua Hebrea, Matemáticas y Ciencias en el Seminario de Baeza en lo años de 1899-1930 y capellán del Convento de San Antonio, de franciscana clarisas, en 1903. También asesinado el 3 de septiembre en Los Capones.
Francisco Martínez Baeza (62 años). Canónigo Penitenciario de la S.I. Catedral, con residencia en la de Baeza. Nació en Martos el 5 de marzo de 1875. Recibió la tonsura el 29 de julio de 1898. Se ordenó diácono y presbítero en 1899.Fue profesor del Seminario y capellán de las Hermanitas de los Pobres. En 1903 publicó el libro «La Patrona de Linares». Arcipreste en Linares, profesor (incluso en la Escuela Industrial) de francés en el Seminario de Baeza. Detenido el 23 de julio, también fue asesinado el 3 de septiembre en Los Capones. Al saber que iba a ser ejecutado, alentó a todos y los bendijo. Solicitó que le matasen el último para poder atender a los demás. Su serenidad y fortaleza impresionó a sus ejecutores.
Según informe del jefe de la Prisión de Baeza recogido en su día por D. Eleuterio Villén, «…durante los cuarenta y un días que permaneció encarcelado fue un verdadero apóstol, dando limosnas y rezando con los presos, por lo que fue duramente castigado. En la madrugada de su asesinato, que fue el día 2 al 3 de septiembre, cuando tenía 62 años, cuando fue avisado por otro compañero —párroco de San Pablo— que iban a ser ejecutados, contestó con gran serenidad:
—Demos gracias a Dios porque dentro de unos momentos vamos a estar gozando de su presencia.
Se reconcilió y reconcilió a los que iba a ser ejecutados, entre los que iban trece sacerdotes. Al salir de la prisión dio la bendición a todos los presos con un ¡Viva Cristo Rey! Durante el trayecto fue alentando a todos, hablándoles de la muerte y de la dicha que tenían de morir por Cristo en esos momentos para ayudar a bien morir a los demás. Terminada esta misión, al llegarle el turno a él se arrodilló diciendo:
—Señor perdóname a mí y perdónalos a ellos que no saben lo que hacen.
Estas palabras conmovieron a los que le iban a fusilar y entonces les dijo:
—Tirad ya y no os asustéis, vosotros no sois los responsables, sino los que os mandan; quiero seguir el camino de mis compañeros y no quiero privarme de esta dicha…»
Aquilino Pastor Cambeos (25 años). Sacerdote de la Hermandad de Operarios Diocesanos, prefecto de disciplina en el Seminario de Baeza. Nació en Granadilla (Cáceres) el 4 de enero de 1911. Se ordenó el 25 de agosto de 1935. Trabajó con los Tarsicios y con los jóvenes de Acción Católica. Refugiado desde el 23 de julio en la casa de Dña. Manuela y D. Rafael Torres (calle Emilio Castelar 19) al mediodía del 28 detuvieron a todos los de la casa. En la madrugada del 29 dejaron en libertad a Dña. Manuela, pero a su primo, D. Cristóbal Torres Gámez, abogado y presidente de Acción Católica y a D. Aquilino los llevaron en un coche por la carretera de Úbeda, asesinándoles en el paraje Cerrillo del Aire. Sus restos se encuentran en la Catedral de Baeza (durante muchos años, en el lugar de su muerte hubo una cruz de hierro).
Juan Ángel Román Pulido (67 años). Párroco de El Salvador. Nació en Villacarrillo el 30 de enero de 1869. Recibió la tonsura el 27 de febrero de 1890. Se ordenó diácono el 21 de enero de 1891. Asesinado también el 3 de septiembre en Los Capones.
Roque Tarazona García (50 años). Beneficiario de la S. I. Catedral de Baeza. Nació en Tarazona (Zaragoza), el 16 de agosto de 1880. Se ordenó el 19 de diciembre de 1903. Igualmente, asesinado, junto a sus compañeros, el 3 de septiembre.
Roberto Gómez Bastida, Círculo Tradicionalista de Baeza