Rusia divide y vence a una Europa frágil y decadente

El presidente ruso Vladimir Putin. REUTERS

Si hay algo que la guerra está dejando en evidencia son las diferencias económicas que existen entre Rusia y el bloque occidental que le hace frente, especialmente los países de la Unión Europea.

Y es que lo que se presenta en muchos casos como un conflicto provocado por las veleidades expansionistas de Vladimir Putin, se manifiesta de forma cada vez más evidente como una pugna de poder entre potencias por la hegemonía del poder mundial. O más bien, para ser más exactos, como una reacción del bloque de países que encabezan los Estados Unidos por impedir que Rusia pueda consolidarse como una potencia mundial que escape a su control.

Y uno de los aspectos que nos muestra esta evidencia es la parte económica de la guerra. Sin duda es uno de los factores clave que terminarán por decidir el resultado de esta lucha entre potencias que se dirime en territorio ucraniano.

En las últimas semanas estamos viendo noticias que nos dan muestra de la gran fortaleza de la economía rusa y de la débil posición en la que ha quedado la Unión Europea con su política suicida de apoyo total a los intereses de los Estados Unidos y los poderes fácticos que manejan su política exterior. Y estamos viendo cómo Rusia utiliza sus sólidos recursos para evidenciar esa debilidad de la UE, causando división entre los países miembros y muchos problemas internos con graves consecuencias políticas y sociales.

El FMI señalaba hace unos días que Alemania perdería un 5% de su PIB si Rusia cierra el grifo del gas abocando a la locomotora económica europea a una recesión. Y estamos viendo cómo los distintos países se apresuran a poner en marcha planes de contingencia de gas para tratar de reducir todo lo posible el impacto que tendría en sus economías un escenario de este tipo.

Como podemos ver, Rusia amenaza a Europa sin pegar un solo tiro y pone a sus líderes políticos frente a la cruda realidad de su frágil posición por la dependencia energética que tiene Europa de Rusia, tanto en el corto como en el medio plazo. Hay analistas que piensan que esto es sólo el comienzo, y que en invierno se podría producir un cierre del suministro que tendría consecuencias catastróficas para la economía europea y podría causar una gran inestabilidad social y política en el corazón de Europa.

Rusia se divierte jugando con el grifo del gas y de paso gana cantidades ingentes de dinero que pasan a engrosar sus arcas, ya que utiliza los cortes de suministro para incrementar los precios del gas, causando un daño terrible a la economía de los países de la UE, que ven cómo sufren las empresas y los ciudadanos, que de forma creciente empiezan a pedir explicaciones a sus dirigentes políticos sobre la conveniencia y el interés de mantener una postura tan agresiva contra Rusia.

Bloomberg ya avisa que este juego de la energía está provocando un alza de precios que se mantendrá en 2023 y que eso puede ocurrir también en 2024. Tenemos precio de la energía por las nubes por mucho tiempo.

Hasta ahora la propaganda de los medios de comunicación de masas y todas sus terminales (vemos lemas de apoyo a Ucrania en eventos deportivos, musicales o en medios de transporte, por ejemplo) ha mantenido entre la población un clima de apoyo prácticamente sin fisuras a la postura oficial, pero a medida que pasan los meses y se van notando los efectos de la guerra en nuestros bolsillos con una inflación desbocada, las cosas ya no se ven tan claras y son cada vez más quienes ponen en duda las bondades de haber tomado parte activa en este conflicto en el cual los europeos somos, dejando de lado al pueblo ucraniano que sufre la guerra de forma directa, los claros perdedores.

Desde España, asistimos atónitos desde el comienzo de la guerra a una sucesión de medidas y acciones por parte del Gobierno que nos están conduciendo a la ruina más absoluta y a un desprestigio sin precedentes. No sólo nos unimos con entusiasmo a esta guerra suicida contra Rusia sino que además, como al parecer somos el único país europeo que no depende tanto del gas ruso, nos enemistamos con nuestro principal suministrador de gas que es Argelia y nos echamos en brazos de Estados Unidos para que nos venda el mismo producto a un precio mucho más caro y así les financiamos la guerra contra Putin y beneficiamos los intereses de su socio preferente en la zona, que no es otro que Marruecos, nuestro principal y más directo enemigo. Así los españoles también estaremos igual de sometidos a los Estados Unidos que el resto de los europeos y nos homologamos, también en esto, a los «países de nuestro entorno», como tanto les gusta presumir a las clases dirigentes españolas que nos desgobiernan desde hace varias generaciones, para nuestra desgracia y ruina.

La solución no pasa por dejar de usar la corbata o subir unos grados la temperatura del aire acondicionado, sino dejar de apoyar políticas ajenas que van directamente contra nuestros intereses y empezar a tomar decisiones que sirvan al bien común de los españoles y vayan encaminadas a una posición de mayor fortaleza e independencia de nuestro país en el escenario internacional. Lo cual es imposible que suceda mientras subsista este régimen putrefacto y corrupto que nos tiene completamente esclavizados y alejados de nuestras señas de identidad.

Diego Luis BañoCírculo Cultural Antonio Molle Lazo