El pasado 14 de agosto, en plena víspera de la Asunción de Nuestra Señora, el diario izquierdista The Atlantic publicó el artículo titulado originalmente «Cómo el Rosario se volvió un símbolo extremista», escrito por el colaborador canadiense Daniel Panneton, quien se especializa en estudiar la difusión de discursos de odio a través de las redes sociales.
La tesis de dicho artículo sugiere que la doctrina católica según la cual el Rosario es un arma en la lucha espiritual está siendo utilizada por católicos tradicionales extremistas, relacionándolo con el uso de armas. Afirma el autor que «estos tradicionalistas radicales armados han tomado la noción espiritual de que el Rosario es un arma en la lucha contra el mal y lo han vuelto algo peligrosamente literal». Para apoyar su tesis, el autor señala que algunas empresas americanas promocionan sus rosarios utilizando lenguaje armamentístico, lo que, según Panneton, estaría convirtiendo al Rosario católico en un símbolo de extremismo.
El artículo relaciona a los católicos tradicionales y al concepto del Rosario como arma con la lucha en contra del aborto, la ideología de género, y en contra de las restricciones al derecho de portar armas en Estados Unidos. El autor sugiere esta representación del Rosario como arma en los «memes» de los católicos tradicionales sería un intento de integrar al catolicismo ultraconservador dentro de la extrema derecha. La importancia de este fenómeno virtual —sugiere el autor— podría ser desestimada «si no fuera por el carácter violento, racista, y homófobo de la derecha, que se ha documentado por llevar a ataques terroristas». En otro párrafo del artículo indica que el «militarismo» y su relación con la masculinidad en el catolicismo actual está ligado a las «amplias ansiedades sobre la virilidad católica», ansiedades que en los hombres católicos tradicionales se tornan hacia extremismo, bajo la forma de fantasías sobre defender violentamente a sus familias o parroquias de algún merodeador.
Así pues, puestos todos los sambenitos progresistas habidos y por haber en la cabeza de los católicos radicales tradicionales —Radtrads—, el autor se preocupa por distinguir a estos últimos del resto del catolicismo que, según él, no comparte con los tradicionales esa interpretación «peligrosamente literal» respecto a la analogía del Rosario como arma. El articulista también afirma que estos católicos radicales están en minoría en la Iglesia. Además, indica que muchos obispos estadounidenses apoyan el aumento de restricciones para el uso de armas.
Sería absurdo tratar de responder a cada una de las afirmaciones de dicho artículo, pues si el lector es, como creo, fiel católico y amante de María encontrara todas y cada una de ellas tanto risibles como indignantes. Basta decir que la analogía que representa al Rosario como un arma espiritual contra los enemigos de Dios fue utilizada por la misma Virgen María, cuando en la lucha contra los albigenses, le reveló su salterio a Santo Domingo. Todos sabemos el fin de esta historia: ¡Los herejes albigenses fueron peligrosamente convertidos por la fuerza del Rosario de María!
Por otra parte, hoy en día el Rosario es característico en las movilizaciones pacíficas de muchos católicos que ofrecen públicamente sus oraciones a la Madre de Dios para pedir el fin del aborto y por la defensa de la familia. ¿Será este el motivo del odio izquierdista contra el salterio mariano?
Me gustaría ahora desviar la atención del lector hacia las consecuencias que podrían suceder a esta publicación en EE. UU., donde las expresiones violentas del anticatolicismo van en aumento. ¿Habrá pensado el autor en las consecuencias que su artículo podría tener contra un sector de la sociedad ya de por sí atacado?
La demonización como precedente de la violencia religiosa
A lo largo de la historia, las persecuciones religiosas y la violencia contra un determinado grupo de la sociedad se han iniciado necesariamente por una fase de demonización y por la representación de los miembros del grupo en cuestión como peligrosos. En el contexto de la violencia social contra un determinado grupo, esta demonización de dicho grupo sirve como soporte psicológico para justificar los ataques violentos contra ellos. Y es que, como indica Smith en su artículo Paradoxes of dehumanization, el ser humano, por naturaleza, aborrece ejercer la violencia contra otros, y experimenta inhibiciones al ejercerla. El lenguaje demonizante y/o deshumanizante sirve entonces como desinhibidor, justificando la violencia ejercida como necesaria.
En una Norteamérica progresista, donde en Canadá los actos violentos de anticatolicismo aumentaron un 166% entre 2020 y 2021 (Canada Statistics) y en Estados Unidos se registraron al menos 162 incidentes de violencia anticatólica en 2020 (USCCB), la calificación de los católicos tradicionales como parte de los enemigos que la sociedad progresista se propone eliminar, como extremistas violentos y peligrosos, y al Rosario como símbolo indicativo de dicho extremismo, bien podría significar el aumento y la justificación de dicha violencia ya ejercida contra la Iglesia católica en general. Dios quiera, claro, que se trate más de una especulación exagerada de esta servidora que de una realidad próxima.
María Fernanda Sánchez, Círculo de Lectura Tradición