Hace pocos días se anunció el nombramiento del expresidente Iván Duque como director de la Iniciativa Concordia para la Amazonía. Dicho nombramiento debería dejar perplejos tanto a sus opositores izquierdistas como a sus poquísimos seguidores: después de todo, el ecologismo nunca fue una de las banderas de su campaña. Y si bien los índices de deforestación disminuyeron durante su mandato, estos se mantuvieron altos en comparación con los de principios de siglo. A continuación, una gráfica de la Fundación Gaia Amazonas que muestra el área deforestada:
Los tradicionalistas, por otro lado, no debemos sorprendernos, pues sabemos que tanto Iván Duque como Gustavo Petro son sólo sirvientes de la ONU, pese a mostrarse como rivales a ojos de sus votantes. Podemos concluir a su vez que la Iniciativa Concordia para la Amazonía (vinculada a la Cumbre de la Organización de la Concordia) no tiene un interés real por preservar la selva tropical, sino hacer del mismo una especie de destino turístico, donde los millonarios extranjeros puedan desconectarse de la ciudad y reconectarse con la naturaleza.
Dicho esto, reafirmamos que la rivalidad entre la izquierda y la derecha no es más que una pantalla de humo o, a lo sumo, una rivalidad por ocupar el cargo de perro faldero. Y si bien las cifras suministradas por Gaia Amazonas muestran que el pico de la deforestación se alcanzó bajo el segundo mandato de Juan Manuel Santos, no puede negarse su nefasta administración en materia ambiental.
Y no, no defendemos la selva tropical como lo harían los burgueses panteístas. La selva no es sagrada ni intocable, empero, la selva tampoco debe ser explotada por empresas extranjeras y gremios locales corruptos. Las minas de litio coltán no deben estar a disposición de los extranjeros, por más ganancias que generen; a su vez, las tierras aptas para la ganadería tampoco deben estar a disposición de José Félix Lafaurie.
En cuanto una posición aceptable para los católicos, no es una respuesta sencilla. Los suelos amazónicos han demostrado ser poco aptos para la agricultura, por lo que sería un despropósito una gigantesca inversión en fertilizantes. A su vez, debe evitarse también la postura brasileña, demasiado ligada a la acumulación capitalista.
¿Qué puede hacerse entonces? Lo que ya se hacía antes de las muchas fiebres que han azotado los países suramericanos (litio, coltán, caucho, quina): poblar y evangelizar. La salvación de las almas es nuestra prioridad primera, entorpecida por la codicia de los industriales y ya denunciada por San Pío X en su encíclica Lacrimabili Statu Indolorum.
Recomendamos la lectura de dos reflexiones hechas por el Círculo Gaspar de Rodas en el pasado, después de todo, hemos venido denunciando desde hace meses la injerencia extranjera en la Amazonia. La primera en este medio y la segunda en nuestro blog particular. También quisiéramos recordar que la postura del actual presidente Gustavo Petro está muy lejos del comunismo soviético y muy cerca del liberalismo estadounidense.
El presidente Petro pese a su reciente intervención ante la ONU en defensa de la Amazonia, no es poseedor de un proyecto económico ecológico. La farsa del desarrollo sostenible no es más que un capitalismo moderado que permite la producción en masa a la par de la conservación de los bosques. Como dijimos, los bosques existen para promover el turismo, para que sean una experiencia para la burguesía extranjera. Que no nos sorprenda cuando Petro se de la mano ―e incluso felicite― a su antecesor, Iván Duque, después de todo, ambos sirven los intereses de la ONU.
Carlos Restrepo, Círculo Tradicionalista Gaspar de Rodas