La política de roer los huesos

Composición editorial a partir de imágenes de GTRES, EuropaPRESS y REUTERS

Profanar la tumba de Primo de Rivera no es sólo un alarde de barbarie del Ejecutivo de Sánchez. Revela un carácter íntimo del régimen, que tiene que ver con violentar sepulcros, que se recrea en roer huesos.

El propósito del gobierno no es remover unos fascismos ya desaparecidos, sino hacer presa sobre la carne de la Iglesia. Aunque el pretexto señale fantasmas azulones, denuncie las figuras exaltadas por el culto fascistoide, el enemigo a batir es el orden moral y religioso católico. La ideología dominante asocia falazmente la entraña católica de España a aquellos tótems, y el ejecutivo marca un hito más con la profanación de otra sepultura cristiana.

Un objetivo secundario es abundar en el relato fundador del régimen del 78. Éste se presenta como superador de la dictadura y restaurador del orden democrático previo, cuando ciertamente es un régimen heredero del franquista. Por exagerar rupturas más bien aparentes, que en realidad no alcanzan profundidad, el gobierno persigue una «resignificación» de algunos monumentos principales de la dictadura.

Ante estas retorcidas razones, sólo hay una defensa posible contra al furor carroñero del Ejecutivo. Es verdad que recordar la ideología política fascista o falangista no es el modo, ya que es revolucionaria. Esto, comenzando por la reformulación que hicieron todos los fascismos del modelo socialista de un Estado total, el cual, dirigido por un partido único, discurre la absorción integral de la comunidad política natural.

La línea de trinchera tampoco puede estar en la postura falangista sobre la cuestión religiosa (Programa de los veintisiete puntos), pues reduce la relevancia del catolicismo en España a un trasunto sociológico, subyugando a la Iglesia a los intereses del Estado. Y sin negar la devoción o piedad religiosa que varios atribuyen a Primo de Rivera, o lo realmente injusto de su muerte, es verdad que estos aspectos personales resultan accidentales a la batalla que hay que presentar en la coyuntura de la profanación.

La defensa a realizar es la de un sepulcro cristiano, bendecido por la Iglesia, que es la que está siendo directamente atacada por medio de esta abominación. La cruzada aquí es llanamente por las cosas santas. Por la suprema autoridad del Esposa de Cristo. Por la subsunción de las realidades temporales, también del orden político fundado en la unidad católica, a la misión apostólica. Es esto lo que está siendo atacado, y lo que hay que proteger defendiendo la santidad de las sepulturas católicas, la humanidad de tratar con misericordia el cuerpo de los muertos.

Con su palanqueta siniestra, el Gobierno no sólo levanta la losa de una tumba. Embriagado de odio religioso, detecta correctamente el estado debilísimo de los restos católicos en España. Y así, acelera una sutil persecución contra la Iglesia y su maternidad sobre nuestra patria.

Roberto Moreno, Círculo Antonio Molle Lazo de Madrid