De los tres artículos de Bardsley, nos fijamos en el segundo, en donde afirma lo siguiente en relación al comienzo de la colaboración de C. H. Douglas con The New Age en 1919 (TSC, 30/12/1939): «Fue la idea filosófica, fundamental en el Guildosocialismo, originada por Ramiro de Maeztu –el reconocimiento de la función tanto en la sociedad como en el individuo–, lo que indudablemente atrajo a Douglas, quien nunca mostró ninguna gran simpatía por ningún otro aspecto del Guildosocialismo, el cual él naturalmente consideraría como un complejo sistema de administración al vacío. Los guildosocialistas, por su parte, tenían poca simpatía por el Crédito Social, y naturalmente se resentían de su impacto, pues Orage quedó convertido rápidamente y llevó consigo a un buen número de otros». De estas palabras, inferimos la existencia de un cierto interés incidental del Mayor Douglas hacia algún punto de la doctrina nacionalguildista que llamó al principio su atención, pero existiendo desde el mismísimo inicio una esencial confrontación entre ambas posturas.
Creemos que no constituye un óbice a esta realidad conflictiva el hecho de que el editor Orage intentara –más con deseo que con éxito– aunar las ideas incompatibles entre una y otra tendencia. Para conseguirlo, quiso quedarse sólo con la parte técnica del Crédito Social y compatibilizarla con el orden social pregonado por el guildosocialismo, lo cual suponía desechar la enseñanza douglasiana en su base filosófico-social (si bien es verdad, todo sea dicho, que entonces ésta era incipiente y no estaba aún desarrollada). Cuatro años después de abandonar The New Age, Orage escribiría un conjunto de cuatro artículos en el semanario católico neoyorkino The Commonweal, explicando los motivos de su abandono. En el cuarto, afirmaba (TC, Marzo 1926): «Con el distributismo de Belloc no puedo, sin embargo, decir que tuviera entonces o tenga ahora ninguna simpatía. En el objetivo sí, pues nuestros objetivos eran los mismos [?], pero la mecánica realizadora de la idea me parecía a mí, y todavía me parece, que se mueve penosamente bajo la fatalidad de la impracticabilidad. En resumen, si las guildas nacionales no son viables, y el douglasismo no es viable, entonces, por las mismas razones, el distributismo tampoco es viable».
En la última frase nos parece ver de nuevo una pretendida asimilación entre el guildosocialismo y el socialcreditismo. Sin embargo, en Otoño de 1942, a propósito de una polémica con el semanario The New English Weekly (heredero de la línea del The New Age orageiano), se publicó en The Social Crediter una nueva aclaración editorial –por si todavía quedaba alguna duda– sobre la contradicción entre las tesis sociales de ambos, y en donde se precisaba lo siguiente (TSC, 07/11/1942): «El origen [del movimiento del Crédito Social] fue puramente técnico. El Mayor Douglas no es, ni nunca lo ha sido, y ciertamente nunca lo será, un proponente de Utopías, es decir, un Socialista de cualquier variedad. Su creencia es que la sociedad es una estructura orgánica, y que lo que uno puede hacer está condicionado por lo que uno ha hecho. Las implicaciones de esta concepción, por supuesto, van más allá de lo que comúnmente se entiende como técnica». Y, a propósito de la colaboración entre Douglas y Orage en 1919-1922, se añade: «Es importante reconocer que The New Age había sido un órgano socialista de tipo bastante estandarizado […]. Igualmente es importante darse cuenta de que esto era, en lo que al Crédito Social concierne, algo puramente fortuito, y probablemente desafortunado. Fue Orage, y no sus seguidores guildosocialistas, quien hizo que The New Age tuviera valor, un hecho incontestable evidenciado por el repudio inmediato del Crédito Social por los más prominentes guildosocialistas como G. D. H. Cole, S. G. Hobson y A. J. Penty. Pero, igualmente incontestable, en nuestra opinión, es [la existencia de] este The New Age pre-socialcreditista y sus seguidores, de los cuales The New English Weekly puede legítimamente decirse que es un descendiente algo menos impresionante. Ahora bien, es un hecho que ha habido, y hay, grupos de gente por todo el mundo del tipo general asociado con el The New Age guildosocialista que han “asumido” el vocabulario del Crédito Social. Sin excepción, y en todos los casos de los que tenemos conocimiento, han constituido un elemento perturbador».
Finalmente, reiteramos, como conclusión, lo que ya expusimos en los artículos «Crédito Social y Doctrina Social de la Iglesia» y «Sobre la restauración de una sociedad fundamentalmente propietaria», en donde veíamos que la filosofía social del Crédito Social se vinculaba a la Doctrina Social católica en general, y, en particular, a la filosofía social encarnada en el distributismo (por lo menos conforme al pensamiento original propagado por sus conspicuos fundadores G. K. Chesterton y H. Belloc, al margen de desviaciones filosocialistas posteriores tras la muerte de aquél en 1936 y la forzada inactividad literaria de éste –por razones de salud– desde 1940).
Félix M.ª Martín Antoniano