Este año, a la par que se celebra el V centenario del término de la primera circunnavegación del mundo, se cumple también el 530 aniversario del Descubrimiento, el cual Francisco López de Gomara calificara como «la mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la Encarnación y muerte del que lo crio» (Carta dedicatoria al Rey D. Carlos, Historia General de las Indias, 2ª ed. 1553), y el Papa León XIII describiera (con mayor hipérbole aún) como «la cosa per se más grande y hermosa que cualquier época haya visto jamás producida por los hombres» (Encíclica Quarto abeunte saeculo, 16/07/1892). Pero tal hazaña fue encabezada por un hombre del cual afirmaba, un tanto irónicamente, su hijo Fernando que «cuanto fue su persona apropósito y adornada de todo aquello que convenía para tan gran hecho, tanto menos conocido y cierto quiso que fuese su origen y patria» (Historia del Almirante, 1ª ed. cast. 1749). Es cierto que él mismo afirmó de sí en dos ocasiones en su testamento (dejando a un lado la índole apócrifa o no de éste) ser natural de la ciudad genovesa; pero varios historiadores veían que los datos biográficos y literarios del personaje no encajaban con dicho perfil (resulta paradigmático, p. ej., en este sentido, el estudio realizado, sobre los escritos conservados del Almirante, por el afamado filólogo R. Menéndez Pidal, en un artículo de 1940 titulado «La lengua de Cristóbal Colón», donde concluye no serle familiar, en su lenguaje, ni el dialecto genovés ni ningún otro de los dialectos italianos).
Las investigaciones en torno al enigmático origen de Colón, darían un inesperado vuelco a raíz de un curioso documento descubierto en 1929. En Noviembre de ese año, un erudito bibliófilo milanés se puso en contacto con el Director de la Biblioteca Universitaria de Barcelona, Sr. Manuel Rubio Borràs, informándole del hallazgo de una vieja hoja debajo de las guardas de una edición de 1585 del libro Cristophori Clavii Bambergensis, el cual llevaba escrita a mano la frase «Ex libris Borromei» en el reverso de la primera guarda. Este bibliófilo, junto con otros, había encontrado el libro en la carreta de un vendedor ambulante, al cual se lo compró por unas liras. El texto manuscrito del folio, traducido, dice así: «Yo, Giovan di Borromei, habiéndoseme quitado [= prohibido] manifestar la verdad secretamente conocida por medio del Señor Pier di Anghiera, Tesorero de los Reyes Católicos de España; asimismo debo, pues quiero tener perpetua memoria de ello, confiar a la historia ser Colonus Christophorens de la Mallorca y no de la Liguria. El dicho Pier di Anghiera estimó que fuese oculta la astucia usada por Giovan Colon, porque razones de política y religiosas le habían aconsejado fingirse Christophorens C. para pedir la ayuda de las naves a los Reyes de España. Y diré también ser Colom igual a Colombo, porque, habiendo descubierto que vive en Génova un cierto Christophoro Colombo, lanero, hijo de Domenico y Susanna Fontanarossa, no se había de confundir con el navegante de las Indias Occidentales. De Bérgamo, a. D. 1494». Es decir, el otorgante del documento es Juan de Borromeo, 4º Conde de Arona (†1495), el cual da a entender que su protegido Pedro Mártir de Anglería (integrante de la Corte de los Reyes Católicos desde 1487, y nombrado tesorero en 1492) fue quien forjó o fomentó el falso origen ligur de Colón a fin de favorecer su proyecto. Rubio Borrás recibió el documento y sacó una fotocopia del mismo para su investigación, abogando por su autenticidad en dos artículos de 21 y 22 de Agosto de 1931 publicados en ABC, y de los cuales se hizo eco un tal Richard Aramil en otro artículo estampado el 13 de Diciembre en The New York Times.
Por desgracia, poco más se puede decir acerca de la labor de Rubio Borrás, pues su archivo personal quedó destruido en la Guerra, falleciendo en 1939 a causa de los estragos sufridos en la misma. Así lo testifica el publicista Renato Llanas de Riubó –amigo de Rubio–, quien también tuvo ocasión de examinar el documento original, y expuso su convencimiento acerca de su autenticidad en un artículo publicado en la revista Sefarad (nº 1er Semestre 1961) titulado «El enigma de Cristóbal Colón», primicias de un libro homónimo que editaría en 1964 defendiendo la tesis mallorquina en base al «Documento Borromeo». Con ocasión del artículo de 1961, también echaría su cuarto a espadas en favor de esa teoría el Catedrático de árabe-hebreo de la Universidad de Barcelona D. Josep M.ª Millàs Vallicrosa en dos trabajos recogidos en la revista Punta Europa, en sus números de Oct.-Nov. de 1961, y Mayo de 1962, poniéndole al primero el rótulo de «La solución definitiva del problema de la patria de Colón». Hay que señalar que todos los tratados posteriores basados en el «Documento Borromeo» han debido contentarse sólo con la fotocopia de Rubio; al parecer, la última noticia acerca de la hoja original es que se encontraba a principios de los sesenta en propiedad del susodicho Sr. Aramil, suponiéndose que en la actualidad continuará en posesión de su familia. ¿Verdad, o, por el contrario, falsificación muy elaborada? Nosotros simplemente nos limitamos a dejar constancia de estos datos y hechos.
Félix M.ª Martín Antoniano