Progresistas y conservadores: amigos del MAS (I)

Evo Morales con gafas de Copa. Foto: Página Siete

En 2019, los comediantes Pablo Fernández y Sebastián Moreno lanzaron una canción contra Evo Morales en la que, al ritmo del reguetón, protestaban contra su postulación a la reelección. En una parte de esa canción, dijeron algo que vale la pena reflexionar: «Que si sos de izquierda o si sos de derecha, al final no importa: se encendió la mecha».

Tal frase fue muy reveladora, porque nos demostró uno de los quizá primeros indicios abiertos y fuertes de algo que ahora es evidentísimo: que la oposición boliviana al MAS (Movimiento Al Socialismo) no es 100% derecha, sino también izquierda. Más allá de que «izquierda» o «derecha» al final no signifiquen nada, debido a la constante mutabilidad de la ventana de Overton (los izquierdistas de hoy son los derechistas del mañana y los derechistas de hoy fueron izquierdistas ayer), asumamos por un momento que tal distinción sea parcialmente real, solo para situarnos en el análisis.

Asumamos que izquierda es liberalismo y derecha es conservadurismo. El izquierdismo es radical y el derechismo es moderado. Ambos, sin embargo, tienen algunas premisas en común, que giran en torno a la defensa de la Revolución, o por lo menos su inevitabilidad.

Una revolución con minúscula es un simple levantamiento, protesta que suele ser violenta. Una Revolución con mayúscula, en cambio, es la destrucción del orden y la implantación del desorden: nuevas ideas para intentar crear el paraíso en la tierra. Las Revoluciones, entonces, son oficio de las ideologías, que desde ciertas élites alborotan a selectas masas para aprovechar algunos descontentos genuinos e implementar los artificios doctrinales de los caudillos, encauzando así las fuerzas hacia donde los dogmas de la ideología lo dictan.

El desprecio de la tradición política, del Antiguo Régimen y del ius commune, son algunas premisas en las que izquierda y derecha están de acuerdo. Izquierda y derecha hoy coinciden en que las monarquías y aristocracias ya quedaron caducas y que la democracia es una diosa incuestionable. Para ambas posiciones políticas, es necesario crear al hombre nuevo desligado de la ley divina, renunciando a todo aquello que los sabios nos aconsejaban durante siglos y milenios: la conformidad de las leyes humanas con las leyes de Dios.

En Bolivia, la izquierda le critica al MAS que no es lo suficientemente revolucionario. Esto es parcialmente cierto, puesto que el masismo dirige la sinfonía del caos frenando ciertos posibles excesos, en tanto y en cuanto los factores controlados le permitan implementar su programa partidario.

La derecha le critica al MAS que es demasiado revolucionario. Esto también tiene algo de verdad, ya que el masismo lleva a su punto álgido ciertas condiciones de la Revolución hoy, como las tensiones raciales o conflictos religiosos (en cuanto la religión católica contra las religiones paganas indoamericanas).

Mientras que, para la izquierda, el MAS es fascismo, para la derecha, el MAS es comunismo. La izquierda cuestiona que la Constitución Política masista no es tan progresista como ella quisiera, mientras que la derecha cuestiona que es demasiado progresista.

(Continuará)

Lucas Salvatierra, Círculo Tradicionalista San Juan Bautista