Los vicios del conservadurismo

El desagradable carnaval autonómico de Vox

Los conservadores, porque aceptaron primordialmente la perfidia del liberalismo, son a buen seguro los más desesperanzados en política. Muestra de ello ha sido este entusiasmo pediátrico por Giorgia Meloni y su partido, contrarrevolución arreglada para el statu quo de los intereses norteamericanos sobre Europa. Banderines de una república anticristiana al son de «Dios, patria y familia»…; porque, quienes aceptaron el liberalismo en religión, poseen una Fe torcida, y así también el resto de virtudes (puesto que ni la Fe, ni luego la Esperanza, les son con orden, tampoco de la Caridad han divisado el pleno sentido político —«campo de la más alta caridad», según Pío XI— sintetizado en el «¡Viva Cristo Rey!» de los católicos consecuentes).

Algo similar, pero todavía más espantoso, se ha de advertir acerca de los heterogéneos promotores de Vox en celebrada coyunda con el pseudotradicionalismo. Porque no debería asombrarnos que aquellos mismos cobardes que escupen a la Cruz por defender en España los privilegios del sionismo sean quienes tanto gustan de disfrazarse para fingir pietas patria y tradición: Bonaparte también se caracterizaba (de Cónsul) con el propósito de desarmar, precisamente, el orden político heredado de Roma. Sobre él se dijo entonces, y con gran beneficio para hoy: «la impiedad o la irreligión es la primera divisa del monstruo que salió de Córcega, y a cada paso descubrimos, entre la multitud de verdaderos cristianos, españoles degenerados que hacen gala de llevar en sus frentes esta señal ignominiosa» (La Bestia de siete cabezas y diez cuernos o Napoleón Emperador de los Franceses, escrito por un anónimo presbítero malagueño en 1808).

Podemos concluir entonces que la Revolución triunfa sobre la Christianæ Reipublicæ Salus, entre otras cosas, porque la mayoría de los fieles desconoce el significado efectivo de la propia Revolución. Sólo si se contemplan aquellos mencionados cohechos de Fe, de Caridad y de Esperanza, emprendidos por parte de los católicos conservadores, uno lograría especular sobre el sentido recóndito de esto que obran respaldando tan graves blasfemias y ridículos en su participación política.

«No traigáis yugo con los infieles. Porque ¿qué comunicación tiene la justicia con la injusticia? ¿O qué compañía la luz con las tinieblas?» (2 Cor. 6, 14).

Rubén Navarro Briones, Círculo Tradicionalista San Rafael Arcángel (Córdoba)