Don Tirso de Olazábal

Tirso de Olazábal y Lardizábal

En esta ocasión, desde el Círculo Tradicionalista Gaspar de Rodas de Medellín, Juan Pablo Timaná nos envía este artículo publicado en EL PENSAMIENTO ESPAÑOL, con motivo del fallecimiento de Tirso de Olazábal y Lardizábal que acaeció un 25 de noviembre de hace 101 años.

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Don Tirso de Olazábal y Lardizábal, el prestigioso y leal tradicionalista que acaba de fallecer, pertenecía a una noble y antigua familia guipuzcoana.

El que fue uno de los más ilustres jefes delegados de nuestra Comunión nació en Irún en el año 1842. Estudió Filosofía en un Colegio de la Compañía de Jesús en las inmediaciones de Burdeos; en 1865 fue elegido primer diputado foral por el distrito de Tolosa, y en las elecciones políticas de los años 1867 y 1869 fue elegido diputado a Cortes, figurando, desde luego, en la minoría católico-monárquica del Congreso.

Emigrado después a Francia, fue destinado por Carlos VII a su Consejo provincial; se distinguió en la célebre histórica Junta de Vevey el año 1870, y cuando se iniciaron los preparativos para la última guerra civil, figuró en la Junta Real Carlista, presidida por el conde de Santa Coloma, en la que figuraban también el marqués de Santa Cruz de Inguanzo, los condes de la Florida y de Faura y los barones de Uxolá y de la Torre.

Se dedicó, principalmente, el señor Olazábal a la adquisición de armas y municiones para los carlistas, siendo honrado por Don Carlos con el cargo de presidente de la Comisión de armamento, el cual ejerció con tal celo y acierto que, burlando siempre la vigilancia de la Marina de guerra, proporcionó al Ejército carlista más de 40.000 fusiles, algunos millones de cartuchos y unas 50 piezas de artillería. Por sus servicios fue nombrado coronel honorario de Artillería, con la llave de gentilhombre, con el título de conde de Arbelaiz y con varias condecoraciones.

En 1875 fue elegido diputado general por Guipúzcoa, y después de la campaña escribió un libro bajo el título de «El armamento de los carlistas», que se conserva inédito.

Fue delegado de Don Carlos en Guipúzcoa. En las elecciones de 1896 fue elegido senador del Reino por aquella leal provincia, y asistió como decano de los jefes regionales carlistas a los funerales de Carlos VII. En viaje de riguroso incógnito acompañó por España, primero, a S.A.R. e I. la Archiduquesa de Austria Doña Blanca de Borbón, y luego, a Don Jaime.

Don Tirso de Olazábal era uno de los pocos tradicionalistas a quienes Carlos VII agració con el collar de la Orden del Espíritu Santo.

Rogamos a nuestros lectores no se olviden en sus oraciones del alma del caballeroso e ilustre tradicionalista D. Tirso de Olazábal. «Los que se proclaman escépticos, no podrían menos de dudar de sus dudas, si conocieran la historia de los héroes ante cuyas tumbas hoy nos inclinamos»: Tirso de Olazábal para El homenaje de la Comunión Carlista a los Mártires de la Tradición y del Derecho (1908). 

Reiteramos nuestro más sentido pésame a su desconsolada familia.

R.I.P.

EL PENSAMIENTO ESPAÑOL