El pasado viernes 18 de noviembre el profesor D. Juan Fernando Segovia impartió una conferencia sobre el modernismo organizada por el Círculo de Lectura «Tradición». Partiendo del libro Cien años de modernismo, el profesor profundizó en este grave problema que afecta a la Iglesia y lo analizó (apoyado en la encíclica Pascendi Dominici gregis) de forma resumida, pero sin olvidar lo esencial. Recorrió los errores filosóficos del modernismo y las graves consecuencias para la fe del compendio de todas las herejías, tal como lo calificó San Pío X. También incidió en cómo, a pesar de las condenas pontificias hasta Pío XII, el modernismo, de ser inicialmente una secta de intelectuales y teólogos se ha extendido por toda la Iglesia y se ha convertido en una masiva versión de la fe católica que, además, tiene el apoyo de todos los herejes que están fuera de la Iglesia.
El profesor mencionó el inmanentismo y el agnosticismo como la base filosófica del modernismo. Describió ampliamente las implicaciones de dicha filosofía en el dogma (acomodando la teología a la ciencia, esto es al estudio de los fenómenos tal como los tenemos representados en nuestra mente) y en la revelación (la enseñanza del Señor es despreciada por los modernistas y sometida al sentimiento individual del hombre), para en la segunda parte de la conferencia centrarse en el modernismo político como una ramificación del catolicismo liberal. Así, el modernismo político, cuyo trasunto es la democracia cristiana, sería fruto del modernismo religioso: al negar la revelación, la religión se convierte en algo subjetivo, quedando relegado a la intimidad de la conciencia. Igualmente, se ve afectado el dogma de Cristo Rey. Aquí el profesor citó a Danilo Castellano cuando se refirió a que, al aceptarse la errónea separación Iglesia-Estado ―y entre el creyente y el ciudadano― una Iglesia sin origen divino sino humano se convierte en una asociación más. Con estas tesis erróneas ya no tendría sentido el reinado social de Cristo. Cristo a lo sumo, será Rey de esa simple asociación, considerando además que, para los modernistas Cristo-hombre es Rey pero sólo en un sentido metafórico y literario.
Segovia invitó a leer los artículos que aparecieron en la revista VERBO (nº 65-66) a propósito de los cien años de la publicación de la encíclica Pascendi y también aconsejó leer el libro de Leopoldo Eulogio Palacios El Mito de la nueva Cristiandad.
No faltaron alusiones a los magisterios de los papas postconciliares, especialmente Juan Pablo II y Benedicto XVI, por el apoyo de ambos a la separación Iglesia-Estado y por el olvido y el silencio atronador del dogma de Cristo Rey. El profesor Segovia puso como ejemplos concretos de este silencio el Compendio de doctrina social de la Iglesia y en el nuevo Catecismo de la Iglesia católica.
Advirtió cómo, desde sus inicios los modernistas no buscan separarse de la Iglesia sino seguir en ella y conciliarla con el mundo. Para terminar y animarnos en la lucha se refirió a las palabras de D. José Miguel Gambra en relación con nuestra batalla frente al modernismo: «La Historia Sagrada no se atiene a los prejuicios cronológicos del hombre y una batalla centenaria puede estar en sus primeras escaramuzas».
Quienes lo escuchamos, quedamos instruidos y animados en nuestro deber de apresurar la obra de Dios, para instaurarlo todo en Cristo (Omnia instaurare in Christo, lema de San Pío X y del Apóstol de los gentiles). ¡Viva Cristo Rey!
Belén Perfecto, Margaritas Hispánicas