El pasado domingo 27 de noviembre, con una veintena de participantes, nuestro Círculo llevó a cabo la primera sesión del curso de formación política sobre el libro La sociedad tradicional y sus enemigos. El encuentro comenzó pidiendo la intercesión de Santo Tomás de Aquino para que Dios nos libre de la doble oscuridad en que nacemos: el pecado y la ignorancia. A continuación, ofrecemos una aproximación detallada de algunas de las claves expositivas de esta primera sesión introductoria.
Toda forma política moderna tiene fundamentos filosóficos quebrados que se pueden retrotraer hasta Guillermo de Ockham. Comunismo, anarquismo, fascismo,… no son sino derivaciones del liberalismo. Dicho liberalismo rompe la tensión entre la unidad y la multiplicidad. Habría una ruptura por abajo: reduciendo el «orden» social a la mera suma de individuos; y una por ruptura por arriba: anegando la persona en un todo estatal, privándola de su individualidad. En el primer caso, tenemos el comúnmente llamado liberalismo, en el segundo, el totalitarismo. Ambos son las dos cabezas de la misma serpiente: el non serviam. La negativa a reconocer una Ley superior a la dictada por la voluntad humana. Esto es el liberalismo cuyo precursor en la historia fue Lutero.
Don José Miguel Gambra recurre al método refutatorio para, tras constatar los errores en las consecuencias del liberalismo, rechazar sus premisas. Contra el liberalismo, nos propone la tradición o tradicionalismo, que no consiste en una acumulación anquilosante de formas, sino en la activa recepción de un depósito transmitido por nuestros antepasados. Esta recepción ha de ser activa, en el sentido de cuidar y perfeccionar lo recibido, a fin de entregar a las generaciones futuras aquel depósito con el enriquecimiento al que hayamos podido contribuir. Esta tradición reposa en las únicas novedades absolutas: la Creación y la Revelación.
¿Y en qué consiste el pensamiento tradicional? En el realismo filosófico elevado por la Revelación. Sus dos principales inspiradores son Aristóteles y Santo Tomás. Aristóteles fue un polímata pagano que, tras observar la realidad en su conjunto (recopilando muestras de animales, plantas, tratados filosóficos, constituciones, etc.) compuso una obra que posteriormente se llamaría «meta física», donde explicaba la realidad de lo que es. Con esa fundamentación metafísica, el filósofo griego trató de dar cuenta de la realidad humana. Y en este sentido se expusieron tres tesis aristotélicas fundamentales: que el hombre es un animal político; que toda sociedad es histórica; y que sólo es apropiado hablar de sociedad cuando sus miembros comparten un fin común y una misma idea de justicia. Habida cuenta de la atomización de los individuos y la multiplicidad de perspectivas enfrentadas entre sí, hoy no cabe hablar de sociedad sino de disociedad.
Terminada la exposición, siguió un breve coloquio entre los asistentes. En primer lugar, se comentó el riesgo de no distinguir adecuadamente las potestades civil y religiosa. Cuando el poder civil absorbe al poder religioso, tenemos el cesaropapismo que es un error doctrinal grave: ejemplos históricos son Monarquía de Inglaterra de hoy y los absolutismos del siglo XVIII y XIX. Por otro lado, cuando el poder religioso absorbe al poder civil, tenemos la hierocracia, otro error doctrinal grave que hoy se concreta en la presión de la jerarquía católica por evitar la acción política organizada de los seglares católicos.
Otro tema interesante fue la distinción entre conservadurismo y Tradición: el conservador conserva la Revolución mientras que el tradicional hereda y transmite la tradición prerrevolucionaria. Por ello, el conservador, en la medida en que no es tradicional, es un ideólogo más o menos moderado, teniendo en cuenta que las ideologías no son sino «virtudes cristianas que se han vuelto locas», como decía Chesterton. Por lo tanto, la apuesta es esta: frente al idealismo, el realismo, frente a la ideología, la realidad, frente a la Modernidad, la Tradición.
En definitiva, la sociedad moderna de hoy busca el consenso en torno al hedonismo, tan cambiante como las pasiones del individuo voluntarista. Contra este antiguo uróboros insaciable y triturador de personas (véase cualquier estadística sobre enfermedades mentales y suicidios en nuestro siglo XXI), el pensamiento tradicional propone algo siempre novedoso: el Reinado de Cristo. La verdad coronada; la recuperación del bien común universal; la reinstauración de facto del Reino entre los reinos de iuris.
Círculo Tradicionalista Alberto Ruiz de Galarreta