Ayer se conoció un informe del FBI en el estado de Virginia, que señalaba como objetivo de vigilancia a «católicos tradicionalistas radicales». La conmoción ha sido grande, no sólo por los posibles objetivos de esa vigilancia —se citaba a la Hermandad San Pío X y además se incluía un exhaustivo listado de otros grupos que publicábamos en nuestra entrada de ayer—, sino por los fundamentos ultraliberales en los que se basaba.
Hoy las oficinas centrales del FBI han emitido un comunicado en el que afirman escuetamente que el polémico informe «no cumple los exigentes estándares del FBI», lo que prueba la existencia y la gravedad del contenido del polémico informe que se ha filtrado a los medios.
El origen de la filtración ha estado en la denuncia de Kyle Seraphin, exagente especial del FBI en Virginia, donde prestó servicios hasta que fue suspendido de sus funciones el año pasado. Seraphin, alarmado por el sesgo del informe contra los supuestos «católicos tradicionalistas radicales», lo envió a un periódico digital estadounidense.
Todo el día de ayer el FBI ha seguido recibiendo críticas, pues el documento denunciado en realidad no contribuye a evitar actos violentos concretos y sí acusa de forma indiscriminada a los católicos tradicionalistas al calificarlos de forma general de «extremistas étnicos», entre otras acusaciones.
Agencia FARO. A. Herrero