Santiago Mosquera Suárez de Figueroa había nacido en 1920 en Villanueva de Alcardete (Toledo). Estudiaba en un colegio de los jesuitas y era miembro de la congregación de San Luis Gonzaga.
El día 25 de julio de 1936 unos milicianos entraron en su casa y lo detuvieron junto a dos de sus hermanos. Fueron encerrados en la iglesia del pueblo, que hacía las veces de cárcel. Fueron torturados durante varios días. Santiago fue utilizado como rehén para dar con el paradero de su padre, conocido periodista de un periódico católico: El Debate. Los milicianos se llevaron de la iglesia al párroco del pueblo, a los dos hermanos de Santiago y a otros feligreses para matarlos. Él permaneció como prisionero en la iglesia junto a otra media docena de personas.
Las torturas continuaron durante días interminables, con promesa de que si blasfemaba, le perdonarían la vida. Santiago se mantuvo firme en la fe. Los milicianos lo condujeron junto a otros compañeros hasta las tapias del cementerio, para ser fusilados.
Tras la descarga de los fusiles, Santiago no murió y quedó en el suelo gravemente herido durante toda la noche. A la mañana siguiente, oyó pasos y pidió auxilio. Era el sepulturero, quien al comprobar que seguía vivo, le pidió que blasfemara, pues si no, él mismo lo mataría. La respuesta de Santiago fue clara «prefiero morir antes que ofender a Dios». El cruel sepulturero lo mató de un golpe en la cabeza con un pico. Era el 24 de agosto de 1936. Tenía 16 años.
Al acabar la guerra, se encontró su cuerpo con su rosario agarrado en la mano izquierda y su rostro en paz.
Margaritas Hispánicas
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