Mes de los Mártires de la Tradición: el virrey Elío Olondriz

último virrey del Río de la Plata: murió por la Religión, por el Rey y por la Patria, sin desamparar ni un momento la lealtad

Detalle del retrato del General Francisco Javier de Elío ( c. 1815) atribuido a Miguel Parra, Museo del Prado.

El pasado 4 de septiembre del 2022 se cumplieron 200 años del asesinato a garrote vil en Valencia del último virrey del Río de la Plata.

Francisco Javier de Elío Olondriz nace en Pamplona. Fue tío del duque de Elío, el general Joaquín de Elío Ezpeleta. A los 16 años comienza su carrera militar. Lucha en Orán, Ceuta, Rosellón, Navarra, Portugal, Río de la Plata y contra la Francesada en la Península.

Destinado a Montevideo en 1805, como había guerra con Inglaterra, marchó disfrazado en barco portugués y al dar a la vela se entera de las invasiones inglesas. Arriba al Montevideo ocupado, deja a su familia al cuidado de unos españoles y sale cruzando el delta del Paraná en canoa con un indio para sumarse a la reconquista. En 1807 regresa a Montevideo con un nombramiento firmado por Liniers.

Con la invasión napoleónica de España y el estado general de confusión, se agrava la relación con el virrey Liniers ante la llegada del plenipotenciario de Sassenay para que el virreinato reconozca al anti-rey José. La Junta de Sevilla envío por contra a José María Goyeneche. Elío ayudó a Goyeneche y logró que se jurara fidelidad a Fernando VII y posteriormente apresó a Sassenay cuando éste regresó a Montevideo, procedente de Buenos Aires, donde se había entrevistado con Liniers. A partir de entonces, aumentó el desencuentro entre ambos, Elío calificó a Liniers de «afrancesado» y empezó a actuar contra él. Para sosegar la situación entre los bandos que se creaban en la zona, Liniers es destituido por Baltasar Hidalgo de Cisneros.  Elío también fue cesado y regresa a la Península. Después de luchar contra la invasión napoleónica, vuelve por orden de la Junta a Montevideo en 1811 para hacerse cargo como Virrey de la grave situación que el año anterior había revolucionado Buenos Aires y partido el Virreinato. Se precipitó la situación en la banda oriental del Uruguay con deserciones hacia el bando secesionista; la ciudad fue rodeada. Elío buscó pactar con la Junta de Buenos Aires, sosteniendo el gobierno criollo, y así pudo denotar las malas intenciones y las disposiciones hostiles de un gobierno que se decía español y de Fernando VII. Llamó en auxilio a la infanta Carlota Joaquina esposa del Regente de Portugal en Río de Janeiro, para el envío de tropas a Montevideo contra los rebeldes. Tras la derrota de Huaqui, se llegó a un pacto con la Junta bonaerense a cambio de la retirada portuguesa, cosa que no sucedió. La Regencia le relevó de sus servicios americanos y pasó a luchar en la península contra Napoleón.

Tras la retirada de éste y del ejército que invadía la Península, fue Gobernador y Capitán General de Valencia. Es aquí donde empiezan las intrigas liberales contra él, aunque los odios de los liberales hunden sus raíces directamente en la actuación de Elío en el virreinato. Finalmente, fue acusado de ser protagonista del golpe dado por el Rey contra la Constitución para restaurar la Monarquía. Elío dejó «que el Monarca se convenciera por sí mismo del gran cariño y respeto que le tenía su pueblo» y después acompañó al Rey hasta Madrid para asegurar la seguridad del propio Monarca ante la oposición de las tropas liberales. Tras el golpe de Estado del teniente coronel Riego, Elío fue sustituido por el Conde de Almodóvar quien bajo engaños lo apresó durante casi tres años. Los liberales que lo injuriaron y calumniaron lo llevaron al patíbulo en 1822. A él no le corresponde la deshonra de ser un «ayacucho», sino el timbre gloria de ser un navarro integérrimo en todos los embates de un siglo XIX venenoso

Muchas cosas se pueden decir de este fidelísimo varón, pero sus biógrafos e historiadores lo resumen en «honorable, fiel y cristiano». Fue un hombre de «virtudes políticas y militares vigorizadas por la Religión». Modesto esposo y padre, «murió por la Religión, por el Rey y por la Patria, sin desamparar un momento la lealtad». Fernando VII le concede a título póstumo el «marquesado de la Lealtad».

General Francisco Javier de Elío ( c. 1815) atribuido a Miguel Parra, Museo del Prado.

Agustín Valilla, Círculo Tradicionalista del Río de la Plata

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