María de la Luz Camacho, la mártir de Coyoacán

La Heroína de México

Al finalizar la rebelión Cristera en México, o sea después de 1929 en que se pactan los acuerdos entre Gobierno e Iglesia, se vuelven a abrir los templos y se determina que no volverá a haber persecución religiosa en el país. Cinco años después, en 1934 sube al poder el presidente Lázaro Cárdenas y ya en un ambiente anticlerical, socialista y anticatólico que quedó como secuela del ataque a la Iglesia durante la Cristiada, Cárdenas designa a un político ateo, comunista y anticlerical Tomas Garrido Canabal, como gobernador del estado de Tabasco, acordando con él iniciar nuevamente otro ataque.

Garrido Canabal de los gobernantes más crueles que ha tenido México, se hace allegar de Carlos Madrazo para operar sus fines persecutorios, y es así como se inician los grupos de choque llamados Camisas Rojas que eran asociaciones de jóvenes adoctrinados en el socialismo y en el odio y rencor por la religión como fuerza opresora del pueblo. Garrido y Madrazo dan órdenes de atacar e incendiar iglesias católicas y atemorizar y acribillar a católicos. Carlos Madrazo es el líder ejecutor y su fama junto con la actividad de los Camisas Rojas se hace temer en todo Tabasco.

Es entonces cuando Lázaro Cárdenas modifica el blanco y le pide a Garrido Canabal se cambie a la Ciudad de México, lo nombra Secretario de Agricultura y le ordena hacer en México lo mismo que había hecho en Tabasco. Garrido que se denominaba a sí mismo «Enemigo personal de Dios y de la Iglesia» y que en su afán antirreligioso en su rancho de Tabasco tenía un toro llamado «dios», un buey llamado «papa», una vaca llamada «maría» y un burro llamado «cristo»; además de que en su espíritu revolucionario nombró a sus hijos como Zoila Libertad, Lenin y Lucifer al más pequeño, quedó gustoso y a la orden para ejecutar los planes de atacar a la Iglesia en la capital del país.

Nadie se imaginaría entonces que, en 1934, Cárdenas sería el autor intelectual, Garrido el emisor de la orden y Madrazo el ejecutor del martirio de la joven de 27 años, catequista y maestra Luz María Camacho.

Lucha como le llamaban familiarmente, nació en la ciudad de México en mayo de 1907, su padre se llamaba Manuel y su madre María Teresa quien muere cuando María de la Luz tenía siete meses. La joven, de niña estudió en colegio de religiosas en la ciudad de Puebla, después regresa a la capital y cursa estudios con monjitas dominicas y más tarde en el Instituto Católico para Niñas. Lucha era de temperamento alegre y equilibrado, era modesta, firme, emprendedora y tenía un gran dominio de sí misma. En 1921 la familia se trasladó a Coyoacán uno de los barrios antiguos y pintorescos de México donde pasó los últimos 13 años de su vida.

María de la Luz era miembro de la Tercera Orden Franciscana y de la Acción Católica Femenina de México, era fervorosa y contaba también, con un grupito de teatro para niños llamado Santa Isabel de Hungría. Todos sus apostolados los ejercía en el templo de San Juan Bautista, parroquia de Coyoacán.

Por entonces, grupos de Camisas Rojas al mando de Carlos Madrazo, ya empezaban a hacer su activismo en las inmediaciones de Coyoacán, jóvenes adoctrinados e inyectados de una rabia y rencor hacia la Iglesia se reunían muchas veces en la casa del Ayuntamiento.

El día 30 de diciembre de 1934, María de la Luz Camacho se encontraba postrada en cama con fiebre debido a una faringitis. Su padre don Manuel y su hermanito Rafael de 10 años, habían ido a la misa de 10:00 de la mañana. Cuando el sacerdote oficiaba vio a los Camisas Rojas afuera del templo con bidones y alertó a los fieles para que avisaran a todos los vecinos y fueran a defender la iglesia. Cuando el papá de Lucha llegó y comentó en casa que el párroco estaba convocando a los fieles, pues había señales de que podía haber un ataque por parte de los Camisas Rojas, María de la Luz escuchó, se levantó de la cama y se atavió con un buen vestido, pues iba ir a defender su iglesia. Su padre, su hermanito y ella llegaron a la plaza frente al templo y vieron el caos total, muchos jóvenes camisas rojas con bidones de gasolina y armas. De inmediato, cantidad de fieles se acomodaron a la salida del templo en defensa de éste. Lucha le dijo a su padre que entrara y estuviera ahí con Rafaelito.

La hora del martirio se acercaba, los Camisas Rojas, previo a su mitin habían bebido y el ambiente era tenso, ellos iban bien pertrechados. Un pobre joven adoctrinado y con el cerebro lavado por el socialismo, que había sido alumno de catecismo de Luz se le acercó y le dijo: —Váyase señorita, le pueden hacer daño, están armados— pero María de la Luz, por el contrario, empezó a gritar junto con otros: «¡Viva la Iglesia! ¡Viva el Papa! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Viva Cristo Rey!». Ella con su voz vibrante enardecía a otros feligreses y más y más se unían a la defensa pronunciando con toda su fuerza los vivas. Carlos Madrazo al ver esto, se parapeta en la cruz atrial y viene el momento terrible, dispara contra esa joven llena de amor por Cristo. En ese momento se desata la balacera, María de Jesús Camacho, la nueva Juana de Arco, de México, cae abatida y los fieles colocan su cuerpo herido y sangrante en la mesa donde se vendían medallas. Don Manuel, el papá, de la joven al oír el estruendo teme por su hija y sale con su hijito de la mano y lo que menos espera… la encuentra agonizando y le pregunta, —¿Hija mueres por Cristo?  ¿Mueres por Cristo?—, ella sólo le alcanza a responder —! ¡Viva Cristo…!— la palabra Rey la pronunció en el Reino de los Cielos con la palma del martirio. Gracias a Dios el sacerdote previo a esto había corrido para darle los Santos Óleos. Junto con ella murieron cuatro feligreses católicos y en la reyerta, un camisa roja.

Después del sepelio, al siguiente día 24,000 personas protestaron de semejante acto de barbarie, ante el Palacio de Gobierno donde se encontraba el presidente Lázaro Cárdenas del Río, y Garrido Canabal de una vez por todas fue destituido y enviado al exilio para calmar la indignación del pueblo. A partir de entonces y gracias al sacrificio de la mártir de Coyoacán, no hubo más iglesias incendiadas en México ni persecución contra los católicos, por lo menos abiertamente.

María de la Luz Camacho, qué ejemplo para la Acción Católica Femenina Mexicana, qué ejemplo para la juventud actual, y para las pobres chicas feministas que en la actualidad vandalizan nuestros templos durante sus marchas.

¡María de Jesús Camacho, mártir de Coyoacán para la eternidad!

Actualmente es Sierva de Dios y sus restos se encuentran en la iglesia de San Juan Bautista, parroquia de Coyoacán, ciudad de México.

Teresita del Niño Jesús Trujillo de MagañaCírculo de Lectura «Tradición»

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