España es una, y también cincuenta y una

¿cuál es ese fundamento primero de España, por el que es una y aúna diversidades? La unidad católica

Con esa verdad dicha con tanta gracia, un simpatizante y querido amigo resumía el carácter uno y diverso de nuestra patria. Porque España es una y a la vez es múltiple, como en realidad lo son todos los países bien ordenados.

Esto es algo fuera del alcance de la mentalidad moderna, que piensa unidades de tipo geométrico desde la noción revolucionaria de Estado. La analogía de la comunidad política con el cuerpo es eso, una analogía. Y es que la unidad de las patrias, que tiene base física, no es ella misma física. Es la unidad de un orden de relaciones jerárquicas.

Ahora bien, como en eso reside el secreto de su diversidad interna también contiene su unidad certísima. Cuando las partes de un cuerpo realizan su labor proporcionadamente y con esmero, no sólo cumplen su perfección, sino la de todo el cuerpo. Así también en la comunidad política.

Porque la razón de cada parte está en su todo integral. Se deben a un fundamento primero desde el cual se ramifican y tienen su existencia y su fin propios. En ese sentido, puede decirse con verdad que España es indivisa, una, pero nunca more geometrico.

¿Y cuál es ese fundamento primero de España, por el que es una y aúna diversidades? La unidad católica siendo el pilar de una monarquía como régimen de gobierno. Por eso, España es España desde el III Concilio de Toledo: ese reino ya era España.

En efecto, desde entonces España vive modificaciones. Porque la historia es móvil, los trasuntos cambiantes. Y a los regímenes corresponde arraigarse en las circunstancias dominándolas. Siguiendo con la analogía corporal, vemos con Recadero su alumbramiento, cómo crece en medio de visicitudes (pérdida de España y Reconquista). Cómo se robustece y madura en una formidable adultez (Monarquía católica), y cómo llega a nuestros días en periodos de supervivencia encarnizada (Christianitas remanente).

Lo primero que defiende un cuerpo es su integridad; más concretamente, el principio de su unidad, que lo es también de su multiplicidad interna. Y, de modo semejante, la comunidad política. Ahí se entiende que la raíz de la Religión y del Rey, elemento comunísimo, no es un factor sobrevenido, exterior, a las Españas.

Por el contrario, es un fundamento que podríamos decir interno, intimísimo, una entraña tanto de la diversidad de reinos o regiones, de señoríos o virreinatos  españoles como de su unión. Por lo cual, no hubo nunca dificultad mayor en reunir distintas gentes, distintas lenguas, distintas costumbres y hasta códigos jurídicos diversos.

Al igual que el hígado no tiene la constitución de la mano, ni sus huesos, ni sus nervios o cartílagos, porque no hace lo mismo que la mano. Lo mismo con el pie o el homoplato. De la misma forma, todos los miembros de un cuerpo. Y, nuevamente, de manera semajante una comunidad política, y en concreto, las Españas o los países hispánicos.

Por todo lo cual, además de la fortaleza política, éste es el único planteamiento que puede fundamentar la unidad y la articulación territorial hispánica.

Estas y otras claves oportunas para la interpretación de nuestra actualidad  se tratan asiduamente en La Luz de la Tradición.

Roberto Moreno, Círculo Cultural Antonio Molle Lazo de Madrid.

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