Mes de María. Día 10: la flor de loto

Rogamos a Nuestra Señora por los católicos chinos, que sufren en sus cuerpos y almas los embates del Dragón

Flor de loto: vídeo

En el décimo día del mes de mayo quiero ofrecerle al Corazón Inmaculado la flor de loto, que es la flor que simboliza la China, en estos días en que su nombre ocupa la actualidad (*).

Recuerdo muy bien las tertulias con mi padre, quien comentaba las charlas que  mantenía de joven con un eminente sacerdote: el Padre Julio Menvielle.

El padre Menvielle le señalaba que hay naciones que, a nivel colectivo, sufren los ataques del demonio, del mismo modo en que los puede padecer cada persona. Hay almas y naciones que están en estado de gracia, otras tentadas y algunas poseídas. El sacerdote afirmaba que una de esas naciones posesas era la misma China. 

Abundando en estas ideas, una tía materna nos contaba que, al instalarse en Beijing, tuvo muchas dificultades para poder arreglar su casa con enseres que no tuvieran dragones grabados o pintados. Como ustedes saben, el dragón representa al mismo demonio, y los chinos lo ponen en todo lo habido y por haber. Así que encontrar vajillas, mantelería y otros enseres sin el maldito dragón resultó ser una tarea ímproba.

Por otra parte quiero recordarles que Santa Margarita María de Alacoque, religiosa de la Visitación, recibió de Nuestro Señor el siguiente encargo: pedir al Rey Sol, Luis XIV de Francia, que pusiera el símbolo de su Sagrado Corazón hasta en la pieza más pequeña de la vajilla del palacio Real. 

Sin embargo, el monarca no le dio al ruego mayor importancia… y ya conocemos todos las terribles consecuencias derivadas de la Revolución Francesa de 1789, para el mismo rey, su familia y descendientes, para toda Francia y también para la Hispanidad y el mundo entero.

Por eso, creo que más que nunca debemos tomarnos las cosas en serio, cuando ya no es una religiosa de un monasterio, sino la misma Reina del Cielo, quien nos dice que: «la voluntad de Dios es establecer en el mundo entero la devoción a su Corazón Inmaculado». Si no escuchamos y obedecemos, el comunismo, con todo lo que trae consigo de ateísmo, materialismo deshumanizado y revolución en todos los frentes, continuará extendiendo sus horrores por toda la faz de la tierra.

Nuestras patrias, que ayer estaban en estado de gracia o tentadas, están hoy, y cada día más, en manos del que es homicida desde el inicio. Esta situación debe llevarnos a obedecer la orden de Dios, y a recordar que, cuando rezamos el Padrenuestro y le decimos «hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo», lo debemos sentir como aquellos cruzados de tiempos pasados para quienes el «Dios lo quiere» era motivo suficiente para ir a la reconquista de Tierra Santa, perdida para la Cristiandad. Hoy, como cruzados cordimarianos, somos invitados a reconquistar el mundo entero para devolvérselo a Dios por medio del Inmaculado Corazón.

Viendo que permanecer sordos como el rey de Francia tiene consecuencias trágicas, y sirviéndonos del contraejemplo de los chinos, podemos deducir hasta dónde debemos llevar nuestra devoción al Corazón de María, siendo dóciles a la voluntad de Dios. Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio, como bien les escribió San Pablo a los Efesios.

Pongamos en todas partes y en todos los corazones ese escudo divino, que es el Corazón de María, ante los ataques infernales del Dragón Chino que está sembrando la muerte por doquier en cuerpos y almas. Y así, igual que en el año 312, cuando se le apareció antes de la batalla del Puente Milvio, al emperador romano Constantino, una Cruz en el cielo con la leyenda «con este signo vencerás» —«In hoc signo vinces—, levantemos nosotros ahora el estandarte del Corazón Inmaculado, porque él nos llevará a la victoria anunciada en el Génesis: «Ipsa conteret», «Ella le aplastará la cabeza al dragón apocalíptico».

Rogamos especialmente a Nuestra Señora por los católicos chinos, que sufren en sus cuerpos y almas los embates del Dragón en circunstancias dramáticas, tanto en lo político como en lo religioso. Hoy, igual que ayer, los poderes políticos de Herodes y Pilatos se hacen amigos y, de común acuerdo, condenan a Cristo porque, al declararse rey, por derecho de creación y conquista, está revelando una doctrina opuesta a su liberalismo.

En efecto, según el Padre Menvielle, China y Estados Unidos, que encarnan respectivamente el comunismo y capitalismo, se han confabulado, una vez más, para acabar definitivamente con la Cristiandad. Y los poderes religiosos de Anás y Caifás apoyan esta condena cuando, en aras del ecumenismo panteísta, se escandalizan de la divinidad de Cristo y consideran «blasfemia» que se declare Hijo de Dios; y hoy, como se lamenta el Cardenal Zen, y con él todos los fieles católicos de la China, el Vaticano los ha traicionado y entregado maniatados al tiránico poder comunista, intrínsecamente perverso, bajo el cual los mártires siguen ofrendando sus vidas en medio de torturas físicas y morales que harían palidecer a los mismos Boxers, sus verdugos de ayer.

Así pues, con aquellos que, a pesar de todo, permanecen a flote; desde la superficie de este diluvio de iniquidad, sobre las fétidas aguas del cisma, la herejía y la impiedad, el comunismo y el capitalismo, le ofrendamos a María las flores de loto rojas de tantos mártires, las flores blancas de tantas vírgenes, las amarillas de los doctores y las violetas de los confesores.

Nuestra Señora aplaste pronto la cabeza odiosa y perversa del Dragón infernal con la fuerza invencible de la caridad, y palpiten nuestros corazones con los latidos victoriosos del Inmaculado Corazón.  Porque el amor es más fuerte que la muerte, y así, como Él resucito, Ella triunfará.

Ave Cor Mariæ. 

Padre José Ramón García GallardoConsiliario de las Juventudes Tradicionalistas


(*) N. de la R.: Este texto se escribió durante el periodo de confinamiento obligatorio decretado por los gobiernos en 2020.

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