La determinación del día de la Pascua

La Santa Iglesia Católica ha establecido, por Tradición Apostólica, la fecha de celebración de la pascua

El Papa Gregorio XIII. Reinó entre 1572 y 1585. (Retrato de Bartolomeo Passerotti).

Con ocasión de este tiempo pascual en que nos encontramos, pensamos que podría ser oportuno dedicar unas pocas líneas a recordar algunos aspectos relativos a la determinación del día de la Pascua de Resurrección, fecha clave en el calendario litúrgico de la Iglesia y de la cual depende la fijación de muchas de las otras fiestas movibles del año eclesiástico.

La exigencia de un cálculo preciso para el día de la Pascua se remonta a la época del antiguo Israel, cuando Dios prescribió por Moisés que la conmemoración de la salida de Egipto se celebrara con el sacrificio del cordero el día 14 del primer mes de la Primavera, el cual desde entonces habría de ser el primer mes del año. Los hebreos, como la mayoría de los pueblos de la antigüedad (y no pocos de la actualidad) utilizaban un calendario lunar, cuyos meses se basan en el número de días que tarda la Luna en volver a su misma fase o apariencia externa. Puesto que este mes sinódico dura unos 29,5 días solares medios (o tiempo medio que tarda el Sol en volver al punto más alto del cielo entre un mediodía y el siguiente), los antiguos israelitas configuraron su calendario civil lunar en 12 meses compuestos de 29 y 30 días alternantes, sumando un total de 354 días. Ahora bien, para celebrar correctamente la Pascua, debían tener siempre presente, como pauta primordial, la llegada de la Primavera, es decir, del equinoccio vernal (en el cual el día y la noche duran exactamente lo mismo), a fin de poder celebrar la fiesta el día 14 (o día de Luna en fase llena) del primer mes del año. Pero su año lunar generaba un desfase continuo con el año solar trópico (o tiempo que tarda el Sol en volver al equinoccio primaveral, que es de unos 365 días), por lo que les era necesario cada dos o tres años intercalar un mes adicional de 30 días para así poder ajustarse a la realidad física. Durante siglos utilizaron un simple método empírico para saber si había que intercalar o no un mes más en cada año: una vez pasados doce meses lunares, se fijaban si la Luna llena del siguiente mes iba a caer antes o después del equinoccio; si caía antes, el nuevo mes se consideraba el decimotercero del año en curso; si caía en el equinoccio o después, el nuevo mes se convertía en el primero de un nuevo año. Tras el cautiverio de Babilonia, los judíos adoptaron un método racional, conocido de antiguo, llamado «ciclo metónico» (en razón del astrónomo griego Metón, quien lo estableció en el ámbito helénico en el siglo V a. C.). Se trata de un ciclo de 19 años lunares con 7 meses intercalados, que equivale casi a un ciclo de 19 años solares trópicos. Si en un concreto año del ciclo una fase lunar tuvo lugar en un determinado día del calendario civil o convencional, idéntica fase coincidirá ese mismo día del calendario civil 19 años después (así, por ejemplo, este año la primera Luna llena después del equinoccio fue el 5 de Abril, y así se verificó también en 2004, en 1985, en 1966, etc.). Así pues, con este método se pueden elaborar de antemano tablas que predicen con comodidad cuándo tendrán lugar los novilunios (o primer día) del primer mes vernal de cada nuevo año sin tener que recurrir a los toscos métodos empíricos. Eso sí, en este ciclo el año medio lunar tarda un poco más que el año medio trópico, por lo que se produce un pequeño desfase de un día cada 300 y poco años que requiere ser periódicamente corregido.

La Santa Iglesia Católica –el nuevo y único Israel desde su fundación por el Mesías-Cristo– estableció, por Tradición Apostólica, celebrar la Pascua de Resurrección el Domingo inmediato siguiente al día de la primera Luna llena después del equinoccio de Primavera. Hubo en los primeros siglos una no leve controversia sobre esta disciplina con los Obispos de las siete iglesias de la pequeña Provincia romana de Asia (situada al Oeste de la Península de Anatolia), quienes, a diferencia de todas las demás iglesias, seguían la práctica de celebrar la Pascua el mismo día del plenilunio, aduciendo que así lo habían recibido de la Tradición de San Juan Apóstol, fundador de las susodichas comunidades. Pero –como bien dice Pedro del Río en su obra Compendio metódico y claro del cómputo eclesiástico (1790)– aquélla fue una medida permisiva y pasajera del Evangelista, equivalente a otras que hicieron otros Apóstoles para hacer más suave el tránsito del mosaísmo periclitado hacia la Religión cristiana definitiva. Esta disputa fue resuelta por el Concilio de Nicea del 325, en el que se unificó la práctica de la celebración de la Pascua. Ese año el equinoccio caía el día 21 de Marzo del calendario civil romano juliano (que promulgó en el 46 a. C. el dictador Julio César, compuesto de los 12 meses de 365 días, más un día intercalado cada cuatro años, con los que todos estamos familiarizados), y el Concilio estableció ese mismo día como el propio del equinoccio para de ahí en adelante. También promovió el uso del «ciclo metónico» para el cálculo de las tablas de las fases lunares en orden a facilitar la obtención de la fecha pascual. Las que elaboró el monje Dionisio El Exiguo († c. 550) –en las que el primer novilunio del primer año del primer ciclo caía justo el 1 de Enero del calendario civil juliano– sirvieron de base a todas las posteriores. Por último, señalar que el año medio juliano era ligeramente superior al año solar trópico real, lo cual generaba un desfase de un día cada 128 años, lo que provocó que hacia fines del siglo XVI el equinoccio real se produjera 10 días antes que el 21 de Marzo fijado por el Concilio de Nicea. El Papa Gregorio XIII, por la Bula Inter Gravissimas (24/02/1582), añadió diez días (al 4 de Octubre de 1582 le siguió el 15 de Octubre) para que el equinoccio volviese a caer el día 21 de Marzo, y disminuyó el número de veces en que había que añadir un 1 día cada cuatro años. El nuevo año medio gregoriano (hoy vigente) sigue siendo algo superior al año solar trópico, pero el desfase es ya de apenas 1 día cada 3323 años.

Félix M.ª Martín Antoniano

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