Elecciones locales: quítate tú, que voy yo

¿de qué le sirve a un hombre ser honesto en su culto a la deshonestidad?

Comienza la campaña electoral por la conquista de las alcaldías de nuestros pueblos y ciudades (nuestros, porque lo «nuestro» ni es delegable ni se puede obrar en su representación).

Las matemáticas de los dados agitados por la veleidosa hija de Zeus y Afrodita, Tique, decidirán el sueño de la soberanía local, centralismo económico encargado de gestionar los votos vecinales, serviles y controlados.

Quizá piensen que es, justamente, todo lo contrario; pero las coincidencias en política, son clarividentes indicios, por mucho que las niegue la fiscalía. Rápidamente algún lector avezado (y escandalizado) replicará a esta categórica afirmación con las frases de la modernidad al uso:

—No todos son iguales, los hay honestos, no se puede juzgar el todo por la parte.

Ante tamaña contraofensiva, no me queda más que recurrir a alguien más adelantado que un servidor, en  capacidad deductiva, el Padre Brown: «Oh, podría decir que él era honesto, como usted lo llama, pero ¿de qué le sirve a un hombre ser honesto en su culto a la deshonestidad?» (El Signo de la Espada Rota, G. K. Chesterton).

Y es que echándole un vistazo al mapa de los colegios electorales, podemos observar como coincide con el de la corrupción. En este «café para todos», que ha devenido, por su prosperidad, en Club de carretera en el Km. 78 de la Autovía hacia la ciudad de Narragonia, atiende a un cliente cada dos días; es decir, en los últimos 20 años 3.743 casos de corrupción política —presuntos y condenados— en todos los niveles de organización territorial (según datos de la Universidad de Barcelona). Pero la corrupción local no se toma un café («la mayor parte de los escándalos de corrupción en los 40 años del período democrático en España han afectado principalmente al ámbito local», Universidad Autónoma de Madrid, en su «Blog Especial 40 años de Elecciones Municipales 2019»), sino un Chateau Cheval Blanc de 1947.

Están ustedes convocados a escoger quien parará en el Club de carretera, aún quedan vivos dos camareros originales: Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y  Miquel Roca Junyent.

Roberto Gómez Bastida, Círculo Tradicionalista de Baeza

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