ESPAÑA, MADRID– A la vista de los últimos datos del Ministerio de Agricultura, la exportación prevista para el tomate español retrocederá vertiginosamente en el curso 2022/2023. Se acentúa el desplazamiento por productos como el marroquí o el turco, que vive el sector desde 2016.
Uno de los principales mercados internacionales de la huerta española son los países europeos. Para competir en estos mercados, los miembros de la UE deben cumplir una estricta legislación en su producción agraria. Sin embargo, debido a los tratados de libre comercio, el resto de países no deben cumplir requisitos tan estrictos, que encarecen y limitan la producción.
El Acuerdo de Asociación entre la UE y Marruecos elevó el pasado año la participación alauí en el mercado a casi 560.000 toneladas. Turquía comienza también a posicionarse con fuerza en la importación europea.
Según el director de la federación hortofrutícola española FEPEX, José María Pozancos, está produciéndose una «pérdida progresiva de la cuota de mercado».
Las empresas dedicadas a la exportación señalan la causa de esta catástrofe: la importación de los vecinos europeos está «descontrolada». No hay regulación del producto, no se vigila la calidad, el único criterio son los precios baratos.
Mientras que Marruecos potencia su producción en comarcas del antiguo Sáhara español, en regiones españolas como las Canarias sólo quedan seis empresas dedicadas al sector, de las más de 1000 que había en el año 2000.
Agencia FARO, Círculo Cultural Antonio Molle Lazo de Madrid.
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