El 29 de octubre del corriente se llevarán a cabo elecciones locales y regionales en Colombia. Se elegirán concejos y alcaldías municipales, así como asambleas y gobernaciones departamentales. Lo particular es que por vez primera en la historia reciente de Colombia, éstas se dan en el contexto de un gobierno soportado por movimientos de izquierda.
Si bien es cierto que Colombia ya ha soportado gobiernos de características liberales desde muy temprano en el siglo XIX y que todo Estado actual obedece a las lógicas revolucionarias del liberalismo clásico, es la primera vez que un liberalismo radical, o socialista que llaman, se hace con el poder en nuestro país. Varias figuras como Federico Fico Gutiérrez de una derecha liberal moderada, así como Gustavo Bolívar, esbirro de Gustavo Petro, presidente en ejercicio, han decidido enarbolar de nuevo las banderas de campaña.
Lo particular de estas elecciones es que la derecha la derecha augura su victoria basándose en los reveses electorales recientemente vistos de las izquierdas en Hispanoamérica y en la misma España —que viene de un reciente revés que le ha arrebatado al PSOE y Podemos gran parte del control territorial que mantenía en las comunidades autónomas, provocando el adelanto de las elecciones generales— en pro de las próximas campañas.
Federico Gutiérrez, excandidato presidencial y opositor del gobierno Petro, es el mejor posicionado para llevarse el triunfo en la ciudad de Medellín, bastión del uribismo hasta hace poco y es uno de los más explícitos en la mención de las derrotas de la izquierda en su discurso. Recientemente publicó un tweet en el que mencionaba los acontecimientos en Chile y España.
Hace pocos días fue Chile, hoy España y en octubre será Colombia 🇨🇴.
— Fico Gutiérrez (@FicoGutierrez) May 29, 2023
La lógica de la derecha respecto a estos usos es creer que aquellos golpes, bien publicitados, parecen ser la mejor forma de desalentar a las masas sobre el voto por la izquierda, pero, aquello es desconocer las dinámicas propias de la política electoral en lo local y lo regional en Colombia.
En municipios y, por ende, departamentos, el partido no representa más que una oficina de avales para los candidatos; la ideología o los principios de partido, en realidad, ya no existen y las elecciones son, simplemente, un negocio donde el voto es una moneda. El compromiso se logra a través de acuerdos burocráticos o infraestructura para el barrio o vereda y es normal ver a candidatos y líderes jugando a más de una banda.
La grieta más grande del sistema electoral colombiano es la indiferencia del local frente al acontecer político, pero, quizás, este año sí juegue un papel importante no la ideología sino el personaje al que pintan como el amo de los tentáculos, el que reparte de la mermelada, el que incendió al país, el que mucho habló y nada está haciendo y tiene al país al borde del desastre, que es lo que se oye por ahí. Por supuesto, ese personaje es el presidente Petro que, con sus visos de tirano, ha causado indignación en las masas y cada vez genera más descontento.
El eterno problema de la democracia de masas es que pretende ser el medio para imponer un régimen que siempre ha sido extraño, que nunca ha gozado de legitimidad, en un país que aún guarda en su ethos la memoria del régimen cristiano.
Es posible que el vaivén electoral determine que la masa, descontenta con la izquierda parlanchina, nos llevará a una derecha también parlanchina. Ese es el movimiento natural del liberalismo, es pendular e inestable como las emociones del individuo. He ahí la equivocación de Fico Gutiérrez: es ciego frente al péndulo en movimiento.
Adrián Esteban Hincapié Arango. Círculo Tradicionalista «Gaspar de Rodas». Medellín, Colombia.
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