Antifascistas y antifranquistas

el gnosticismo recorre el espinazo de la derecha

Fuente de la imagen: Hulton. Deutsch Collection

El saludable rechazo del franquismo todavía es escándalo para muchos, incluso a la vista de los frutos que dejó la dictadura. Porque el Estado del 78 es hijo natural y legítimo del Estado del Movimiento, y el desatado orden de cosas que padecemos fue cimentado por el caudillo.

Hay quienes amparan su elogio en la utilización sociológica y culturalista de la Fe católica que tramó el franquismo, y que en general siempre empleó la derecha. Quien quiere mezclarlo todo con todo confunde muchas cosas. Empezando por la Religión y la naturaleza, que al confundirse quedan destruidas.

Como ocurre con toda política revolucionaria, el gnosticismo recorre el espinazo de la derecha. Ésta se mueve por una comprensión dialéctica de la realidad, lo único que da sentido a su existencia es esa izquierda a la que se opone por definición.

En su deformación de la naturaleza humana, el fascismo no es cualquier derecha ni cualquier revolución. Ni la izquierda a la que se opone y a la que replica es cualquier izquierda. El fascismo es una cierta revisión de su opuesto, el socialismo, y arrastra sus principales errores en política.

Con su partido estatalista pretende sustraer y sustituir la comunidad política, y liquida el bien común. También reduce el municipio a administración local delegada, o disuelve los gremios de trabajadores en un sindicato estatalizante. El «Estado español» de Franco —expresión de su invención— fue un claro ejemplo de esta política revolucionaria contra la comunidad política natural.

Con toda justicia, Su Santidad Pio XI condenaba en Non abbiamo bisogno esa «estatolatría pagana» que es el fascismo: una forma corrupta de régimen que se afana por suplantar las instituciones naturales, puntales de la política. No es coincidencia que fuese el mismo Papa que reafirmase también la repulsa al comunismo en Divinis Redemptoris. Quien condena al diablo condena también sus obras.

Al igual que es incorrecto decir que el fascismo es llanamente socialismo, es injusto negar su sangre hermana y su parentela común. También es injusto obviar su estirpe liberal, porque el liberalismo es la raíz de ambos, y el Estado moderno es patrimonio familiar de estas ideologías o cualquier híbrido suyo. Son distintas parcelas de la misma revolución.

No podemos servir a Dios y al diablo: o se es cristiano o se es revolucionario. El fascismo fue una revolución, y Franco, un revolucionario. Nosotros somos cristianos. Por eso, al igual que somos antisocialistas, somos antifascistas y antifranquistas; en una palabra: contrarrevolucionarios.

Roberto Moreno, Círculo Cultural Antonio Molle Lazo

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