Trucho Fernández, el Prefecto perfecto para la Demolición de la Fe

LOS «CONSERVADORES» AHORA SE SORPRENDEN PORQUE SE MATERIALIZAN LAS CONSECUENCIAS NEGATIVAS DE LOS PRINCIPIOS QUE ELLOS MISMOS DEFIENDEN.

A muchos les ha sorprendido la noticia del nombramiento, el pasado 1º de julio, de Tucho Fernández como Prefecto del Dicasterio para la Demolición de la Fe.

«Sorprendente Trucho Fernández», titulaba su artículo un conocido sacerdote bloggero. Y continuaba: «sorprendente la fecha (…), sorprendente la persona (…), sorprendente la bibliografía (…), sorprende la carta de presentación del Santo Padre (…)».

Pues lo sorprendente de verdad es que a alguien le sorprenda.

Y es que los «conservadores», ahora, se llevan las manos a la cabeza cuando se materializan las consecuencias negativas de los principios que ellos mismos defendían y siguen defendiendo. En la actualidad, como en tiempos de Vázquez de Mella, hay quienes siguen levantando «tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias».

Alfredo Ottaviani fue el último Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (en adelante, DDF) susceptible de ser calificado como defensor de la doctrina católica. Como ejemplo, citaremos el Breve examen crítico del Novus Ordo Missæ que, junto al cardenal Bacci, escribió en septiembre de 1969 (siendo ya emérito) y donde discernían los inconvenientes de la Misa de Pablo VI.

Sus sucesores en el DDF han demolido de la Fe católica mientras defendían la Doctrina de la ambigüedad postconciliar, necesaria para hacer tragar a los fieles con el Modernismo que okupa la Iglesia por asalto desde «El Concilio» (el único que para muchos parece que ha habido: el Concilio Vaticano II).

Este proceso de transformación en el seno del DDF se ha dado de forma paulatina, «a través de pasos concretos», parafraseando a Robert Schuman. Proceso que desembocará en la «sorpresiva» ebullición de la rana dentro de la olla hirviendo sin que aquélla se percate de su trágico final, mientras disfruta de su baño caliente.

Así, el sucesor de Ottaviani en el Dicasterio, el croata Franjo Šeper, Prefecto entre 1968 y 1981 y calificado de «conservador», dio un primer paso en esta demolición de la Fe al desligar liturgia y doctrina, y reducir la reforma litúrgica de Pablo VI a una mera cuestión canónica y disciplinaria. Del «lex orandi, lex credendi», el conservador Šeper pasó, en la cuestión litúrgica, a «Quia ego dico»: porque yo lo digo y punto.

A pesar de esta claridad en la cuestión litúrgica, Šeper fue equívoco en la relación del Vaticano con los anglicanos, con quienes suscribió los ambiguos documentos ARCIC, que años después serían declarados como inaceptables por su sucesor en el Dicasterio, el entonces cardenal Ratzinger.

Šeper sólo dio un primer paso en el proceso de demolición, aunque continuó defendiendo la doctrina católica en otras cuestiones: como el aborto (en la Declaración sobre el aborto, de 1974), la admisión de las mujeres al sacerdocio ministerial (en la Inter insigniores, de 1976), etc.

Por esto último, muchos lo consideran como un Prefecto «conservador», de doctrina firme y segura (sic)… sin percatarse de que la Doctrina católica es un sistema: todos los principios y dogmas están enlazados entre sí, y si se niega uno de ellos indefectible se perturban o se quiebran los demás.

A Šeper le siguieron, en el DDF, los cardenales Ratzinger, Levada, Müller y Ladaria. Cada uno de ellos dio su pasito en el camino de la demolición; cada uno de ellos fue consecuencia del anterior y necesario para el advenimiento del siguiente.

Sin ellos, no se hubiera abonado el camino para que ahora llegara Trucho quien, con sus truchadas, es el Prefecto perfecto para el Dicasterio de la Demolición de la Fe.

Josep de Losports, rculo Tradicionalista Ramón Parés y Vilasau, de Barcelona

 

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