Mariano Baptista (1832-1907), presidente de Bolivia a fines del siglo XIX, es un personaje muy interesante al que conviene estudiar más a fondo. Su celo por la fe católica y su férreo combate militante desde la prensa y la tribuna constituyen pilares fundamentales de su legado político.
En esta ocasión, y conmemorando un año más de su nacimiento (16 de julio en Calchani, Cochabamba) daremos algunas pinceladas en torno a su pensamiento político. Cabe destacar que su lucha contra el positivismo, el liberalismo o el socialismo la dio desde tres frentes: pronunciando discursos ovacionados en el Parlamento, redactando artículos y fundando periódicos, y gobernando durante un breve pero estable periodo de cuatro años (1892-1896).
Podemos tomar como referencia una carta que escribe Don Fernando Baptista Gumucio a su hermano Mariano, ambos bisnietos del político, el 5 de abril de 1973 desde la Valencia venezolana. Este documento, titulado Baptista y las corrientes políticas del siglo XIX, contextualiza algunos rasgos del pensamiento político de Mariano Baptista Caserta.
El joven Baptista se encontraba en Francia cuando tuvo lugar la nefasta Comuna de París y la fundación de la Tercera República. Estos acontecimientos, que lo horrorizaron mucho, influyeron en la consolidación de su posición política orientada hacia la defensa intransigente de los principios cristianos. «Lo que más le alarmaba era el ataque de los comuneros en contra de la Iglesia Católica», relata Pilar Mendieta en Itinerarios político-intelectuales del marxismo en Bolivia (1880-1931).
Las convicciones de Baptista resultaron fortalecidas gracias a los principios emanados del magisterio eclesiástico decimonónico, del cual formaban parte icónicos documentos como la Rerum novarum de León XIII o la Quanta cura de Beato Pío IX. No por nada «se refirió en reiteradas oportunidades a este aporte, volviendo a colocar en el tapete de la discusión los valores fundamentales de la actividad social», según señala la carta de su bisnieto Fernando.
En un país cuya secesión de España dejó como resultado numerosos regímenes militares, golpes de Estado e inestabilidad, Baptista proclamaba la necesidad del orden, la jerarquía y la autoridad. En este sentido, «el pensamiento de Baptista representó la antítesis de los regímenes despóticos».
Mientras otros políticos incumplían promesas y derrochaban hipocresía, Baptista, ya desde el Parlamento, se mantenía fiel a su palabra. «La actuación de Baptista, libre de demagogia y el oportunismo guardó siempre consonancia con su pensamiento».
Baptista cuestionaba a «ciertas inteligencias que gustan más de estudiar las cuestiones políticas en las hojas de un libro francés, que en las páginas vivas de una sociedad». Los horrores de la persecución anticristiana desatada por la exaltación de la diosa razón lo mantenían alerta contra ciertos peligros intelectuales con evidentes consecuencias prácticas desastrosas. Así, Baptista consideraba a la Revolución Francesa «la expresión más deforme del ateísmo práctico», como lo dice él mismo en uno de sus discursos.
Sirva esto para darnos una pequeña introducción en torno a cómo pensaba este curioso personaje altoperuano. Algunos otros libros en los que se puede consultar la vida y obra de Baptista son: sus Obras completas, sus Páginas escogidas y Baptista: biografía de un orador político, de Augusto Guzmán.
Lucas Salvatierra, Círculo Tradicionalista San Juan Bautista.
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