Los agricultores españoles denuncian la doble moral de las élites de la UE, que imponen unos criterios fitosanitarios y zoosanitarios muy exigentes a los productores de su sector primario intracomunitario, mientras permiten que se den todo tipo de facilidades y se haga la vista gorda con las importaciones de terceros países, que en absoluto cumplen los requisitos que se imponen a los agricultores y ganaderos locales. Primero han sido las sandías marroquíes, que han crecido con pesticidas tóxicos para la salud humana. Más tarde fue el arroz de la India.
Ahora les toca el turno a los pomelos sudafricanos contaminados por el uso de glufosinato durante su cultivo. Esto que, curiosamente, no ha sido detectado por el «sistema de control» del país de origen. En iguales condiciones, un agricultor español vería inmovilizada toda su producción con prohibición de venta y, por ello, probablemente su explotación podría acabar en quiebra y su familia, arruinada. Los pomelos en cuestión, a pesar de uso generoso del glufosinato y de que han recorrido 13.000 km quemando queroseno, son considerados ecológicos.
Los productores siguen avisando del grave riesgo para la salud humana de este tipo de alimentos intoxicados. Algunas asociaciones de agricultores, como, por ejemplo, ASAJA-Valencia, exigen mayor control en el etiquetado de los productos procedentes de países ajenos a la UE. Esta es una reivindicación útil a corto plazo, pero muy insuficiente a largo plazo, porque este tipo de importaciones son claramente toleradas por la UE, y están contribuyendo a la destrucción de la agricultura de los países receptores de los productos tóxicos.
Agencia FARO
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