Pazos de la Causa

Vista de la muralla de Lugo con la Catedral al fondo

El miércoles nos levantamos, dejamos Oviedo algo afligidos y pusimos rumbo a Lugo. Esta cierta pesadumbre fue desayuno en las jornadas del viaje, ya que se nos recibió acogedoramente en todos los lugares.

Continuamos el itinerario por la autovía del Cantábrico, lindera a la costa, que por momentos nos abría la escena de pueblos de ría, ventosas aldeas de litoral. Atravesando las tierras de Luarca y Tapia de Casariego, fuimos dejando atrás los nublos de la montaña norteña y entramos a Galicia por Ribadeo, avizorando a nuestra diestra la Playa de las Catedrales. Unos cuantos cigarros y chácharas después, este grupete castellano arribó a la muralla lucense.

Dando la vuelta a la fortificación que contiene los monumentos más señalados de la ciudad, llegamos a nuestro destino a la mejor hora posible, que naturalmente es la del almuerzo. Allí nos recibió el Presidente del Círculo Marcó del Pont de Vigo, don Jaime, con su encantadora e incipiente familia. Sin tiempo que perder nos condujo a un restaurante en el centro de la ciudad, donde dimos cuenta de un contundente menú de batalla.

En la tarde, como buen cicerón, el jefe local nos acompañó al recorrer Lugo. La peculiar pizarra negra de la comarca pinta los edificios más típicos y señalados, además de la muralla de dos milenios. Pudimos ver numerosos hitos, como la parroquia de Santiago a nova, la Catedral, donde ofrecimos el sufragio del rosario a pocos pasos de la Virgen de los Ojos Grandes, y no podía faltar la parroquia de San Froilán, patrón de la villa.

Hablando del milagro de Cebreiros, llegamos a un café donde nos reunimos correligionarios y algún simpatizante local. En animada tertulia tratamos sobre la militancia en Galicia, sus esfuerzos y desafíos, la arraigada presencia carlista en las familias lucenses o la problemática de los partidos estatalistas y las formaciones nacionalistas.

Después de pasar por una tasca más típica, donde probamos el vino del país y deliciosas empanadas de atún y de zorza, regresamos a la casa. En la calidez doméstica nuestros anfitriones nos agasajaron con varios de los platos típicos, entre los que se contaron: el picante morro de cerdo, el raxo y las reputadas patatas gallegas, finamente cortadas. Repletos y listos para el descanso, rezamos junto a la familia las oraciones convenidas y fuimos a dormir, ya que aún no acababa la visita.

Al día siguiente, con las primeras luces cogimos el coche y nos desplazamos al término concejil de Monforte de Lemos, a la parroquia o sexmo de San Xoán de Tor. Allí, nuestro anfitrión nos llevó al Pazo homónimo, que perteneciera al ilustre Francisco de Taboada, jefe regional para Galicia de S.M.C. Don Carlos VII. La plaza funcionó como base de operaciones en la Tercera Guerra.

Tras esta rememoración matutina, la modesta visita partió en seguida para Portugal. ¡Cuánto que agradecer en esta estancia, tan agradable y acogedora! Nuestros anfitriones adoptaron amorosamente a estos peregrinos. Aun nos alimentaron en lo siguiente, porque la candorosa esposa de don Jaime preparó unas importantes vituallas que nos sostuvieron en el camino.

Roberto Moreno, Círculo Antonio Molle Lazo de Madrid.

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